Una ex Migueliana relata que sufrió ocho años de abusos sexuales con la excusa de purificarla y curarle un cáncer
Por Natalia Puga
María Paz empezó a tener contacto con Feliciano Miguel Rosendo da Silva con tan sólo 14 años, cuando sus padres empezaron a llevarlas a ella y a su hermana a la consulta que tenía en una herboristería de Vigo y aquellas sesiones, en las que relata episodios de esoterismo y exorcismos, cambiaron su vida para siempre.
Poco a poco se fue metiendo en el día a día del grupo de personas que le seguían y acabaron creando un grupo sólido que se 'oficializó' con la creación de la asociación de fieles Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, que Feliciano Miguel fundó y dirigía con mano férrea y cuya actividad hasta el año 2014 está siendo juzgada en la Audiencia Provincial de Pontevedra con siete personas en el banquillo y su líder como principal acusado.
La chica, natural de Moaña, era tan sólo una de muchos y desde hace más de cuatro años está fuera del colectivo, ya no está considerada una 'migueliana', pero este miércoles se sentó tras un biombo en la sala de vistas de la Audiencia y rememoró con todo lujo de detalles aquellos años, del día a día de la asociación y de su particular "infierno", el que vivió durante "ocho años" en los que asegura que Feliciano Miguel abusó sexualmente de ella, obligándola a mantener relaciones no consentidas con tocamientos, felaciones, masturbaciones y penetraciones que siempre le hacía con la excusa de que tenía que purificarla, "sacarle el mal" que tenía dentro y también curarle un cáncer de ovarios que él mismo le detectó y que fue volviendo una y otra vez.
Durante más de cinco horas, y por momentos ahogada en el llanto y visiblemente alterada, relatóy la evolución de la asociación desde que iba a aquellas sesiones en la que Feliciano Miguel "hablaba de pirámides, de chacras..." en una sala con símbolos esotéricos hasta que el líder y todos los seguidores fueron abrazando cada vez más la Iglesia católica, cambiando exorcismos por el catecismo y convirtiéndose en una asociación de fieles.
El proceso fue paulatino y entre sus seguidores, según relató María Paz, se vivió como algo muy natural. De hecho, en su declaración reconoció que fue madurando, se hizo adulta y encaminó su vida y siempre "creía que era libre decidiendo", aunque ahora que ha dejado el colectivo, que muchos ex adeptos definen como una 'secta', se ha dado cuenta de que "tienes la falsa sensación de que las decisiones las tomas tú, pero están todas dirigidas, de la más grande a la más pequeña".
Todas las decisiones, según su testimonio, las dirigía Miguel, un hombre que en los primeros años les hizo vivir sesiones en aquella herboristería en las que "todo era fuera de lo normal" y él, vestido con un traje verde, "como de enfermero con una casaca de arriba" les hacía limpiezas espirituales "sacando las malas energías" y también predecía el futuro y conseguía que no hubiese opiniones discordantes, sino que "había una sensación de pertenencia a algo común donde estabas o no estabas y era difícil no estar".
En aquellos años, Feliciano Miguel "era brujo, era curandero", no se presentaba "como un igual", sino como "un ser de luz" que hablaba con la Virgen, a la que llamaba mamá, y también con San Miguel Arcángel. María Paz, cuya hermana, Marta, defiende a Orden y Mandato y a su líder, recordó en la sala episodios concretos como, por ejemplo, uno del año 1997 en el que habló en "una lengua extraña" que no logró identificar, empezó a hacer y decir cosas extrañas y acabó rasgándose la camiseta. Una vez finalizado, partió en trozos esa camiseta y la entregó a todos los presentes, "para que recordásemos ese día en el que San Miguel Arcángel entró en su cuerpo". Otros días lo que repartía eran uñas, pelos o las tiras que usaba para medir la glucosa en sangre.
Con los años evolucionó hacia un contenido "más católico" y María Paz describió que incluso "en los últimos tiempos yo asumía que Miguel iba a salvar al mundo, iba a salvar a la iglesia". En ese proceso de cristianización fue "dejando a un lado los chacras" y todo el grupo que le seguía desde la herboristería abrazó la fe católica y haciendo labores de voluntariado. La sumisión que describió en el juicio hizo que la vida personal de esta chica desapareciese.
En esos años, le consultó todos los pasos que daba, desde la carrera que estudió hasta con quién se casó. Al principio de la asociación, María Paz tuvo una relación sentimental con Esteban, uno de los acusados en esta causa que también ha dejado de ser defensor de Feliciano Miguel, pero el noviazgo terminó, él entró en el seminario y ella no quiso consagrarse como monja de Orden y Mandato como hicieron otras compañeras o su propia hermana, de modo que llegó el momento de casarse y él un día le dijo que su novio sería Fernando, otro entonces Migueliano. Hoy sigue siendo su marido y asegura que es "feliz con él", pero al principio no estaba enamorada, sino que aceptó la relación porque "todo lo que salía de la boca de Miguel era ley".
"Yo no estaba enamorada, pero Miguel me dijo que el amor venía después. Dios le decía que el amor vendría después", explica María, de modo que contrajeron matrimonio. Sobre esa decisioón, además, asegura que "yo me casé con Fernando, sin quererlo, aunque feliz, porque creí que gracias a ese matrimonio se iban a acabar los abusos sexuales". Llevaba años sufriéndolos y continuarían incluso el día de su boda o cuando estaba embarazada.
En la sala de vistas relató con todo lujo de detalles esos abusos, que empezaron como simples besos, pasaron a cachetes en el culo y luego se convirtieron en relaciones sexuales en las que ella llegó un momento en que ya no tenía conciencia de lo que pasaba o dejaba de pasar. Desde el primer paso, asegura que no fueron consentidos, pero reconoce que aquellos primeros meses "los vi siempre como algo normal, natural. Él era un ser puro, si te besaba, no pasaba nada, si tú pensabas mal de ese beso, el pecado era tuyo, no de Miguel".
Los abusos los sufrió, según relató, cuando Miguel le decía que tenía que hacer "un trabajo". "Esos trabajos eran trabajos espirituales donde uno tenía que elevarse, para curar algún mal que ya llevaba o para curar algún mal que iba a venir", explicó, y especificó que la primera vez que llevó la mano de ella al miembro de él y ella se alejó se justificó explicando que "descubrí que tenías un cáncer de ovarios y te lo acabo de sanar".
Desde entonces, le sacó ese cáncer muchas veces, pero no consiguió relatar ni fechas ni número concreto de episodios. "Fueron tantos...". En muchos él llegó a extender su semen sobre el cuerpo de ella y le pidió "que estuviese sin ducharme, que se me iba a curar el mal", hasta que llegó un momento en que ella le dijo que prefería morir de cáncer, pero que no quería seguir con esas sesiones.
Según explica, ahí empezó un período de aislamiento social que se le hizo tan insoportable que ella misma volvió a asumir esos abusos, que nunca fueron consentidos y que, además, pensaba que sufría solo ella y no otras integrantes de Orden y Mandato, pues él mismo le dijo "que solo me lo hacía a mí, que soy la que tengo el mal". Por la sala de vistas ya han pasado otras presuntas víctimas de sus acciones.
En el banquillo está sentado Feliciano Miguel y otras seis personas a las que el fiscal considera autores de un delito de asociación ilícita porque presuntamente con sus acciones contribuían a las actuaciones irregulares de Orden y Mandato, sin embargo, María Paz aseguró que sólo el fundador organizaba la vida en la asociación y en la que denominaban como la 'casa madre' de Mougás, en Santa María de Oia. "Yo siempre me sentí controlada por Miguel, no por nadie más", aseguró.
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