Ricardo Valongo
Desolador
Castro de Baroña, agosto de este año, uno de los sitios más mágicos y peculiares de Galicia (infravalorado, infraexplotado, infracuidado) sufre un incendio, uno de los que han asolado Galicia este verano, posiblemente provocado por algún hijo de puta que no tiene otra cosa que hacer que quemar monte (ya podía quemarse los pelos del culo). Sin embargo, la ceniza, los esqueletos vegetales, las piedras renegridas, el polvo azabachado no son lo único que me revuelve el estómago.
El fuego ha dejado al descubierto el alma humana, el alma sucia de los sucios, de los que llenaron los márgenes de los caminos de latas, cristales y otras basuras que no han querido guardar en sus mochilas o bolsos porque les pesaban o les molestaban. Panda de cerdos, hijos de lombrices criados en cochiqueras. Así os salgan ladillas y os coman los piojos. Así nos va en este país de maleducados y sinvergüenzas sin escrúpulos, y el resto mirando para otro lado.
Ricardo Valongo