Ricardo Valongo
Las empresas de la educación
Los colegios ya no son colegios. Los privados y los concertados ya no son colegios como tales. Son empresas. Y los padres son clientes, y los alumnos: los hijos de los clientes.
Tal es la competencia que hay entre los colegios, tal es la bajada de natalidad, que ahora los colegios buscan alumnos de debajo de las piedras e intentan no perder los que tienen como sea, como si para eso tienen que decirle a sus profesores que tienen que aguantar los puteos de los alumnos, como si para eso tienen que aprobar al niño que apenas sabe hacer la o con un canuto, como si para eso tienen que hacer más y más exámenes hasta que el niño apruebe, o como si para eso tienen que mantener la disciplina en clase sin poder poner un cero al niño, sin poder castigarlo sin recreos, sin poder castigarlos con trabajo extra o sin poder dejarlos en el cole después de clase, porque sino el padre se queja y dice "Es que me estáis castigando a mí también".
La educación en este país va como va, no es un secreto, y cuando se habla de que puede haber un sistema de reválidas, de exámenes externos, iguales e imparciales para todo el mundo, los meapilas hablan de los tiempos de Franco y ponen el grito en el cielo.
Pues sí. Me parecen cojonudas esas pruebas. Me parece genial que los niños tengan que pasar por pruebas de ese tipo, exigentes, y que se vea y se compare la formación entre los distintos centros por los resultados, y que aprieten a los niños (por ende a los padres) para que se esfuercen y trabajen por aprender, por formarse. Quizás así podamos eliminar esa cultura (incultura, más bien) de los colegios-empresa.