La industria papelera se compromete con un modelo productivo circular y sostenible
El cambio climático es una de las grandes amenazas medioambientales a las que se enfrenta el planeta y un reto para las industrias y gobiernos.
La Unión Europea ha fijado sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el año 2050, un proceso paulatino que busca reducir las emisiones entre un 80% y un 95% respecto al nivel de 1990.
Este proceso de descarbonización está conllevando un cambio en los modelos de producción, en los que ya se están sustituyendo aquellos productos basados en los combustibles fósiles por otros con menor huella ambiental y producidos con un uso sostenible de los recursos renovables.
EL MODELO CIRCULAR DE LA CELULOSA
La industria de la celulosa juega un destacado papel en la economía circular y la descarbonización en nuestro país. En este sector se produce una doble circularidad: la natural y la social.
La circularidad parte del compromiso de la bioindustria de la celulosa de fabricar productos procedentes de fuentes naturales renovables. Además, en sus procesos utiliza como materia prima la madera de especies arbóreas que se cultivan casi en su totalidad en plantaciones locales.
En la fase de transformación de la madera también se busca la mayor eficiencia, tanto medioambiental como económica. Durante el proceso de fabricación, la estrategia industrial se asienta en la optimización del uso de las materias primas y del agua, la gestión responsable de los residuos generados en el proceso, la eficiencia energética y la reducción de la huella de carbono.
Este modelo de producción también es base de la circularidad en tanto que los productos fabricados a partir de la pasta se pueden reciclar tras su uso. Además son capaces de sustituir al plástico y a otros materiales que no se pueden reciclar.
Los productos generados en la industria de la celulosa y el papel cumplen con las características que demanda una sociedad cada vez más comprometida con el cuidado del entorno: origen natural, renovables, reciclables y biodegradables.
GESTIÓN CIRCULAR Y SOSTENIBLE
La gestión forestal sostenible responde al modelo de economía circular al usar maderas de proximidad, además del fomento de la plantación de bosques de crecimiento rápido que son grandes consumidores de dióxido de carbono.
La producción de celulosa que se desarrolla en la biofábrica de Ence Pontevedra supone un claro ejemplo de economía circular
Estos procesos respetuosos con el medio aportan riqueza a las zonas rurales de diversas maneras: con la venta de madera, fomentando la actividad y el empleo en los sectores forestales y logísticos, y contribuyendo a la fijación de población.
La producción de celulosa que se desarrolla en la biofábrica de Ence Pontevedra supone un claro ejemplo de economía circular, ya que en el proceso priman las máximas de reducción y reutilización.
Este compromiso con la innovación ha sido reconocido por AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación) con el sello medioambiental "Residuo Cero", que acredita a Ence como una organización que lleva a cabo una gestión eficiente de los subproductos de sus instalaciones, certificando la valorización de la práctica totalidad de los residuos generados por sus biofábricas.
Tanto la planta de Pontevedra como la de Navia son capaces de valorizar la práctica totalidad de los subproductos que generan. A través de innovadores procesos, no solo evitan que estos materiales acaben su vida útil en vertederos, sino que se reintroducen en su cadena de valor, ofreciéndoles una nueva vida.
En Galicia, la biofábrica de Ence en Pontevedra ha obtenido diferentes reconocimientos internacionales que acreditan su compromiso medioambiental
Además, en ambas instalaciones Ence genera energía renovable utilizando biomasa forestal, es decir, los subproductos procedentes de la madera que no se destinan a la producción de celulosa: corteza y lignina. De este modo, las biofábricas son capaces prácticamente de autoabastecerse energéticamente, al tiempo que contribuyen a reducir la intensidad energética y la huella de carbono.
Ence considera la sostenibilidad como un eje fundamental de su proceso productivo y por ello desarrolla su actividad de forma respetuosa con el entorno en el que opera. Esto le ha permitido obtener a la biofábrica de Lourizán diferentes reconocimientos de ámbito internacional que acreditan su compromiso medioambiental, basado en el holgado cumplimiento, de forma exhaustiva, de la normativa vigente.
Entre estas distinciones, cabe mencionar la concesión de la ecoetiqueta "Nordic Swan" a sus instalaciones de Navia y Pontevedra. Este sello ecológico oficial de los gobiernos escandinavos certifica el cumplimiento de los criterios más exigentes de eficiencia y respeto ambiental. La planta de Lourizán cuenta, además, con Distinción Oro de la Comisión Europea, concedida a la biofábrica en reconocimiento a su mejora ambiental durante los últimos 15 años.
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