Milagros Bará
Españistán no es país para autónomos
Ser autónomo en España es como trabajar de Milla Jojovich en el Quinto Elemento. Es arriesgarse a tener una vida llena de sobresaltos y estar al borde del abismo cada cinco minutos. Por algo somos un país de tercera categoría con unos costes de primera.
En nuestro país "de traca maraca" la cuota profesional es de 267,04 euros al mes, factures un euro o cien mil. La excepción es el nuevo modelo de autónomo de nueva actividad, que paga 53 euros al mes durante el primer semestre y después sube exponencialmente hasta los 267,04. Estupendo, estupendo. Vivan los parches, que es lo que nos mola, como los de las aceras de Pontevedra, que parecen un muestrario de Porcelanosa.
En los países europeos, con los que siempre nos comparan nuestros políticos por ejemplo para subir impuestos, el sueldo a nuestros diputados, subir la factura eléctrica, el coste del agua, etc., pues bien, la comparación nunca la hacen según el ranking de Forbes con Reino Unido, donde la cuota de autónomos es fija y va desde los 13 euros a 58, la de los holandeses 53 euros al año (aunque no tienen cubierta la sanidad, que en nuestro país es universal), y en Italia se paga en función de los ingresos hasta un máximo del 20%.
La verdad, es que no se sabe exactamente si nos están tomando el pelo o nos lo están dejando crecer... porque aquí tampoco paga nadie el precio de mercado por un trabajo, los únicos que cobran bien son los traficantes de influencias, que curiosamente suele coincidir con los más inútiles. De tal modo y manera que por un trabajito que paguen 300 euros al mes (más IVA) con contrato mercantil... ya ni vale la pena aceptarlo porque se trabajaría sólo para pagar la famosa cuota, que no te da derecho a casi nada. Además el autónomo se pasa la vida haciendo papeleos con Hacienda.
Según Lorenzo Amor, presidente de ATA en un artículo de Alberto Iglesias Fraga, el 86,3% de los autónomos son personas físicas y según él "si la actividad del autónomo no es "habitual" y los ingresos mensuales están por debajo del sueldo mínimo no están obligados a darse de alta en autónomos".
Pues bien, esta es la teoría y la norma vigente pero la Seguridad Social primero te mete un paquete del quince por no estar de alta, paralizan el negocio, tienes que ir a juicio, y como hay jurisprudencia sobre esta materia, al cabo de dos años la justicia te dará la razón, después de pagar las tasas (aunque parece que las van a eliminar). La norma dice una cosa y la Seguridad Social se lo pasa por el forro, porque no le da la gana de aplicarla, lo que retrae la actividad económica. Vamos, ideal para un negocio, y de maravilla para lo bien que marcha la microeconomía de nuestro país que para verla se necesita, como mínimo, un microscopio a nivel subatómico.
Al que se le ocurrió el sistema español, que habrá cobrado un pastizal y ocupará en la actualidad un cargo importante en la tierra o en el cielo, es para hacerle un monumento o ponerle su nombre a una calle. Esto también va por el lince que a estas alturas mantiene este sistema. Yo bautizaría calles principales de nuestros pueblos y ciudades con el "267,04", que es lo que se paga al mes, y que ya es más temido que el famoso número de la bestia, el 666.
A parte de todo esto, que es bien injusto, el autónomo "normal" no tiene vacaciones, paga extra, paro ni indemnización y, con la crisis, algunos empresarios sin escrúpulos ofrecen trabajos en fraude de ley a base de contratos mercantiles. Si es que aquí el que no corre vuela. En resumen, que la vida de un autónomo es como "la triste vida de un mindundi", pero a lo bestia.