La precipitación y fragilidad defensiva privan al Cisne de luchar por la victoria (26-34)
Por Manu Otero & Mónica Patxot
Abultada derrota la sufrida por el Cisne en el enfrentamiento contra el Granollers, el último de los aplazados por el brote de Covid-19. Los blancos ofrecieron un gran rendimiento en el inicio del partido, pero no supieron administrar su ventaja. Remontó Granollers, con más experiencia y mejor control del partido, que sí supo manejar su renta y sentenciar el encuentro al inicio del segundo tiempo.
A pesar del varapalo, puede el cuadro pontevedrés sacar conclusiones positivas de un choque contra uno de los clásicos de la categoría. Tiene extremos el Cisne, de calidad, de la cantera y goleadores. Carlos Álvarez y Mateo Arias pusieron contra las cuerdas a los catalanes en el inicio del partido. También va sobrado de corazón el cuadro blanco, pues con el partido sentenciado tiraron de orgullo para reducir diferencias y evitar una sangría mayor.
Pero no son argumentos suficientes para derrotar a un coloso como el Granollers, que supo aprovechar su fortaleza física, así como la falta de solidez defensiva y las dudas en la construcción y finalización de las jugadas exhibida por los de Jabato durante la mayor parte de un partido en el que ni Villamarín ni Preciado, que acostumbran a sostener al equipo en los momentos más delicados, tuvieron su mejor actuación.
El arranque de la contienda no pudo ser mejor para el cuadro local. Repelieron el primer ataque visitante y, a la contra, donde mejor se maneja el Cisne emergió Carlos Álvarez para hacer el primero y luego el segundo. Y en el extremo opuesto Mateo Arias le siguió el ritmo con otro doblete que situó a los blancos con tres goles de ventaja nada más comenzar.
Logró mantenerse en franquicia el Cisne durante diez minutos. Antes de cumplirse el cuarto de hora, el cuadro catalán tomó la delantera en el marcador y ya no la soltó hasta el vocinazo final. Además una pájara de los de Jabato en ataque permitió a los catalanes alejarse en el marcador hasta los cuatro tantos, una diferencia difícilmente salvable entre equipos con plantillas y economías tan dispares como los que se dieron cita este martes en el Municipal.
Aun así, los de Jabato redujeron la diferencia a tres tantos antes del final del primer tiempo con la esperanza de volver de los vestuarios más enchufados que el rival y equilibrar la lucha. Nada más lejos de la realidad, el Cisne salió fallón del túnel y el Granollers lo castigó. Sin piedad. Hasta sacar al Cisne del partido tanto por frustración como por agotamiento y ampliar su renta a los seis tantos.
Desde el banquillo Jabato trataba de arengar a los suyos, pero a quince minutos para el final la gesta era ya impensable. Aun así, los blancos se pusieron el mono de trabajo, los prometedores extremos ingresaron de nuevo en la cancha, el colchón adelgazó y la afición pudo despedir a los suyos con una sonora ovación. Aplausos que no dan puntos pero premian el esfuerzo de un equipo que seguirá aferrándose mientras haya vida a una liga Asobal que castiga con dureza a los que perdonan.
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