Un Pontevedra de dos caras golea el Boiro (4-0) en el día que Pasarón recuerda a Filipe Machado y al Chapecoense
Por Ramiro Espiño & Cristina Saiz
Emoción al principio y emoción al final. Pasarón recordó a su exjugador Filipe Machado y rindió tributo al Chapecoense, antes de empezar. Luego asistió a una primera parte mala de solemnidad, y una segunda de apoteosis, con cuatro goles a cada uno de más bella ejecución, tres penaltis (dos de ellos no pitados) y una goleada para firmar la novena victoria en nueve partidos disputados por los granates ante su público. Un pleno histórico.
Bonilla, Mario Barco (partidazo el suyo), Álex González y Abel hicieron astillas de un Boiro que aguantó con el marcador empatado, pero se derrumbó al encajar el primer gol y verse obligado a adelantar líneas, dejando al descubierto entonces sus carencias defensivas, así como también su falta de pegada en ataque.
Los de Luisito mejor en el resultado que en el juego. Difícil resulta explicar que cuando ganas 4-0 el juego no ha sido tan brillante, y que te costó conseguir la victoria, pero así ha sido. El Pontevedra ganó con justicia, pero quizás con exageración en cuanto al marcador final. La diferencia estuvo en los múltiples registros de los que dispone en relación a un Boiro digno en su entrega, pero limitado en sus prestaciones.
Como en las películas de ficción, cualquier parecido con el fútbol sería mera coincidencia, si nos referimos a lo visto en una primera parte convertida en un "truño" insufrible. Diez minutos iniciales del Pontevedra que parecían apuntar cosas interesantes, tiempo suficiente para la polémica y poco más. Con excesiva distancia entre líneas y demasiada lentitud en sus acciones, los errores en los pases condenaban los ataques granates casi antes de que comenzasen a gestarse.
Por su parte el Boiro sufría atrás ante el trabajo de Mario Barco, que llevaba por la calle de la amargura a Mateo y Catú, pero apenas recibía ayuda para sacar partido de los espacios que creaba. Los de Fredi movían el balón en la zona media, en corto, pero se les nublaba la vista cuando de acercarse el área se trataba.
Únicamente cuando el Pontevedra ponía algo de velocidad en su juego sucedía algo que despertaba a los aficionados de una larga siesta. Con todo, las acciones de peligro e incluso las llegadas a las áreas eran artículo de lujo por lo escasas.
Eso sí, el partido pudo cambiar muy pronto cuando a los seis minutos Jacobo encuentra el desmarque en carrera de Mario Barco, que deja atrás a los centrales y es derribado fuera del área por Pato Guillén, que salió a destiempo dejando su portería vacía. Debió haber sido tarjeta roja, pero el colegiado la dejó en una amarilla muy protestada por los locales.
Luego muy poco, o casi nada. Una falta lanzada por Mouriño que detuvo Pato. Un par de imprecisiones de Jacobo Trigo en la salida de balón que no aprovechó el Boiro, con un único disparo a puerta y flojo en toda la primera parte, un centro de David Añón al que no llegó por poco Mario Barco y otro centro de Miguel que peinó Barco y que Jacobo, en buena posición, en el segundo palo, mandó a las nubes.
Había que cambiar bastantes cosas en el descanso, pero especialmente había que recuperar la actitud e intensidad de anteriores partidos en Pasarón. Y no le tembló el pulso a Luisito para hacerlo ya desde la reanudación del juego, dando entrada a Mateu y Abel por Jacobo y Mouriño, además de cambiar el sistema pasando a jugar con tres centrales, al retrasar a esa posición a Álex Fernández, adelantando a Miguel y Bonilla al centro del campo, con Añón de enganche y Mateu acompañando a Barco.
Las consecuencias fueron casi inmediatas. Con más pólvora arriba, los granates metieron una marcha más para conseguir muy pronto los frutos. Un centro de Añón desde la izquierda lo remata de cabeza David Añón. Catú acude a la disputa con el brazo imprudentemente en alto y corta la trayectoria del remate. Penalti clarísimo que nadie discute y que Bonilla transforma a su estilo, con un fortísimo disparo por alto, a la izquierda de Pato, que nada puede hacer.
El gol hizo estirarse al Boiro, que ganó metros, pero a costa de dejar los espacios que antes no tenía el Pontevedra. Los locales pasaron a defenderse con un relativo agobio en ocasiones, más aparente que real, y a salir cada vez con más peligro a la contra. Así llegaba el segundo gol. Espectacular. Justo premio a un Mario Barco inmenso en cada una de sus acciones. Bonilla ganó la línea de fondo y centró para que Barco, en una chilena complicadísima levantase a los aficionados de sus asientos, coreando su nombre.
No se rindió el Boiro, que se fue arriba con tanta valentía como falta de pólvora y pudo recibir un mayor castigo si el árbitro no ignorase un segundo penalti, este más claro aún, cometido por Soto al derribar a David Añón cuando encaraba a Pato, y que supondría además la expulsión del defensor visitante. La bronca del público fue de las de época, y con razón.
Luego llegaría un gol anulado a David Añón por fuera de juego, en un pase de Abel, que pecó de generoso cuando podía haber resuelto él mismo. Un intento de vaselina de Abel desde el centro del campo al que pudo reaccionar a tiempo Pato y un disparo duro que salvó con los puños Pato, como salvó un mano a mano con Mateu. Todo ello en medio de tímidos disparos de un Boiro al que su dominio territorial más que una solución le suponía un constante problema defensivo.
Y tanto va el cántaro a la fuente que termina por romperse. Al filo del tiempo reglamentario el Pontevedra acertaba con la puntilla. Un balón largo lo peina Mateu y Álex González gana la espalda a los centrales para batir con fuerza por alto a Pato, que nada pudo hacer.
Pero no terminaría ahí la cosa. El Boiro se entregó y el Pontevedra hizo sangre. Abel lograba el cuarto en el descuento, redondeando la goleada, al colocar con calidad junto al poste un remate desde el interior del área, y el colegiado fue clemente con los visitantes, ignorando otro posible penalti por un nuevo derribo de Soto a David Añón. El asturiano prefirió actuar en plan benevolente señalando el final de un partido que comenzó aburriendo y terminó en fiesta granate. Y van nueve de nueve.
PONTEVEDRA CF (4): Edu; Miguel, Jacobo Trigo, Bruno, Bonilla; Kevin Presa, Álex Fernández; David Añón, Mouriño, Jacobo; y Mario Barco (Álex González, minuto 79).
CD BOIRO (0): Pato; Soto, Mateo, Catú, Jimmy; Pablo Pillado, Yebra (Herbert, minuto 82); Áxel (Marcos, minuto 59), Romay (Manu Rodríguez, minuto 66), Cano; y Rubén Rivera.
Árbitro: Eduardo Rodríguez García (Asturias), auxiliado en las bandas por Raúl Martínez Nosti y Andrés Díaz Fonseca. Amonestó a David Añón, por el Pontevedra, y a Pato, Catú, Cano, Mateo, Soto, Jimmy y al entrenador, Fredi, por el Boiro.
Goles: (1-0) Minuto 49: Bonilla, de penalti. (2-0) Minuto 61: Mario Barco. (3-0) Minuto 89: Álex González. (4-0) Minuto 90+1: Abel.
Incidencias: Estadio Municipal de Pasarón (Pontevedra). Unos 3.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exjugador granate Filipe Machado y de todas las víctimas del trágico accidente aereo del Chapecoense brasileño. Antes de comenzar el partido el club pontevedrés depositó una camiseta con el dorsal 22, el número que lució Machado, en el centro del campo y las peñas desplegaron en el Fondo Norte dos pancartas con el texto: "F. Machado 22 Sempre granate" y "Força Chape".
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