Bernardo Sartier
Los partidos de aquí y sus candidatos (II): Moreira
En el PP, como en el Psoe, también hubo orfandad. O un adelantamiento por la derecha que terminó con otra Tere, Pedrosa, relegada en favor de Telmo. Iba Tere en dirección al encabezamiento de la lista pero en la autovía de la candidatura pasó Telmo por el carril diestro, puchero cocinado a fuego lento en la superioridad. Aquello fue un éxito o un fracaso dependiendo de quién, de cuándo y de cómo se mire: lista muy votada pero sin alcaldía. Como ese ciclista escapado al kilómetro de la salida pero cazado en los aledaños de la meta. Algo así le pasó al PP.
Quizá el problema es la abundancia. Varios candidatos idóneos pero resistencia de una mayoría absoluta que es como un coitus interruptus, que eso es disponer en el pueblo de una base sociológica de derecha amplia, incluso de derecha tradicional que debería garantizar el triunfo y no llegar al clímax (digo clímax porque luego salen los moralistas y los ortógrafos a darme el coñazo y a llamarme malhablado). Tere era una buena opción, por perfil técnico no exento de ornato político. Aunaba su condición de ser inspectora de trabajo con experiencia municipal y provincial. Pasantía hecha, o sea. Y conocida, porque entraba en el tipo pontevedresa, subtipo ptv pero sin el pedigrí del pijerío endogámico y refractario: Tere es de las que detienen por la calle su cercanía. Pero Tere ya es algo vintage y yo he venido aquí a hablar del libro de Jacobo, respecto del que ya me mojé porque si bien Jacobo no ha tenido tiempo de ser Adenauer tampoco, teniéndolo, son Lores o Louro Madiba o Gandhi. Su base profesional es un apunte en su haber y su experiencia en la oposición lo antorcha en las catacumbas municipales. Y tiene, a mi juicio, una virtud: sabe escuchar. Lo bueno queda dicho y lo mejorable estaría en mandar un poco más y en dejarse mandar un poquitín menos. O, al menos, que así se perciba. Porque acaso sea el momento de la inflexión siempre que vaya fornecida holgadamente de unos cuantos escuderos de calidad y un proyecto de buena fábrica. Aquí entraría qué hacer con el PXOM, cuándo y dónde se va Ence con sus trabajadores (con todos), para cuándo ronda y circunvalación y qué sugerencias para el ámbito medioambiental (asignatura pendiente porque el ecologismo, por fin, empieza a interesarnos). Pero todo ello con mucha personalidad, porque a nivel municipal cotiza al alza la simpleza esa de ser uno mismo, quiere decirse que primero Pontevedra y luego lo demás, incluido el partido.
Como vecino no tendría ningún reparo en apoderar a Jacobo, Ana Isabel y Teso en los asuntos municipales, que garantizan preparación, trabajo y la nunca desdeñable lealtad, porque a veces hay que ver a los compañeros de partido por el retrovisor incluso más que a los antagonistas políticos por el parabrisas. Una última cosa para los muy jóvenes del grupo popular en el concello, chicos y chicas -sí, esos que tan bien dominan las nuevas tecnologías-: quiero verlos a las siete y veinte de la mañana comprando el periódico y peleándose con el chimpín barre calles, que no madruga; quiero verlos mojarse los pies en el Niagara de las escaleras de Las Palmeras a Reina Victoria cuando diluvia. O chupando atasco tras el recogedor de contenedores a las siete y cuarto porque el carril no permite adelantar y la cola, de tres y cuatro coches, se desvía por la acera ante la policía local, que templa su vela nocturna en el "Comercio" con un café. Quiero verlos desayunar, comer y cenar problemas porque si no alguien puede pensar que son un relleno para cuando nos visita un conselleiro a inaugurar algo. Y así no se ganan elecciones. O sea que, Jacobo, ponlos a currar, que en lenguaje milico "mandar es un arte".