Milagros Domínguez García
Cuando la justicia no resarce la tristeza...
Hemos conocido a través de la prensa que una mujer ha sido condenada a la prisión permanente revisable por asesinar a un niño.
Leo en redes sociales que muchas personas se sienten satisfechas, algunas incluso ven una buena noticia en que ésta haya sido la resolución del juez y yo me siento incapaz de sentirme así.
No me puedo sentir bien por esto ya que su castigo se debe al terrible daño que ha causado. No dejo de pensar que los seis seres que han de cumplir esta sentencia han sido implacables, crueles y sangrientos con sus víctimas, todas ellas indefensas, sin culpa alguna y que han tenido la desgracia de que en sus vidas se cruzaron personas despreciables, que no supieron o no quisieron dominar sus instintos, carentes de capacidades emocionales como la empatía o la piedad, llenos de odio y cuya sed de venganza les hizo cometer conscientemente verdaderas atrocidades.
No puedo sentir que la sociedad haya triunfado, pero si he de reconocer y apoyar a que se siga manteniendo esta condena porque creo firmemente en que no todos estamos capacitados para vivir en comunidad. Y aunque nunca hemos de olvidar que tienen derechos, les creo carentes de la humanidad suficiente como para disfrutar de la libertad como cualquier otro ciudadano.
Que Dios les perdone porque yo no puedo ni podré y, aunque no sienta alegría porque hayan sido apartados de nuestras calles ya que me pesa más la tristeza que me produce el recuerdo de sus víctimas, sí puedo sentir que ahora podrán descansar en paz al saber que sus asesinos no volverán a hacer daño a nadie y porque se les ha hecho justicia. Ya nada les podrá devolver la vida pero sí tendremos más luz al apartar aquello que con su oscuridad sólo aporta pesadumbre y dolor.