Bernardo Sartier
Era visto
Gracias. Pero no tiene mérito. Quiero decir que era algo cantado. Que yo advirtiese hace algunos meses en mi columna "Real Moudrid" que el "Moudrid" de "Mou" iba camino a la perdición no me convierte en adivino. Simple sentidiño. Aquel artículo lo inspiró el fanatismo irredento en el habita la cohorte de prosélitos del "mouriñismo", que a su condición de lectores irreductibles de las joyas literarias "Marca" y "As" aúnan la candidez de los que oran en el ara del "pur qué". Los adheridos a esa suerte de doctrina científica futbolística quedan ahora con el culo al aire. En el fondo yo sabía que las soflamas "mouriñistas" no eran más que paraciencia y palabrería huera. Simple fruslería dialéctica, reconocen ahora aunque por lo bajini, los adoratrices del vellocino arcilloso del Alentejo.
Mouriño ha fracasado con estrépito porque una liga y una copa son pírrico bagaje, una mierda, o sea, para quien orlado del éxito futbolístico venía a convertirse en una suerte de reformador de batuecos balompédicos. En España, claro, somos unas burras fariñeiras que no tenemos ni puta idea de táctica. Y don Vicente del Bosque, por supuesto, un cagarolas. Esto lo decía alguien que ni asomó el hocico al éxito como futbolista, pero al que siguieron como a un mesías, balando como un rebaño de ovejas, un gran número de aficionados. Incluso alguno, me consta, con ciertos conocimientos futbolísticos. Una cosa sí hay que reconocer a Mouriño: sus dotes de pocero profesional. Quiero decir que su especialidad táctica más notable ha consistido en meter la vara en la fosa séptica para remover las fecales del enfrentamiento con todo y con todos.
Quien siembra vientos recoge tempestades, y esto lo ha hecho Don "Mou" con pericia extrema. Para los anales del fútbol español queda su mejor planteamiento táctico: meterle un dedo en el ojo a Tito Vilanova y recibir, en justísima, inmediata y proporcionada contraprestación, una soberana hostia. Soberbio, ególatra y egotista el éxito puntual siempre ha llevado su membrete; el fracaso y las derrotas su incomparecencia. Maleducado y despreciativo con los medios, sus ruedas de prensa consistieron en enviar al mamporrero Caranca a cubrirse de gloria tomando por tontos a los periodistas deportivos, contestando simplezas propias de un recogepelotas oligrofrénico. El martes la excusa fue una mano que hubiera determinado una expulsión y entonces el Madrid habría ganado. ¡Claro! Y si mi abuela hubiera tenido ruedas probablemente habría sido una carretilla. "Mou" musita ahora el deseo de ir donde se sienta querido, corazón "partío" de damisela repudiada por su galán que vuelve a los bordados en tanto otea la clepsidra y suspira románticamente "Inglaterra me ama". Conque dejándose querer por la pérfida Albión. De puta madre. Pues bien, ¿sabes que te digo? Que te largues de un carajo de una vez con tu rollo futbolístico de mercadillo sabatino ambulante a venderle calcetines con faltas a los british, a ver si te los compran. Que para pagarte lo que cobras y ganar lo que ganaste, nos quedamos con Milo o con el difunto de Picón. ¡Hala! A desayunar "plum cake". Y que te vaya bonito.
02.05.2013