Ramiro Espiño
Viva la San Silvestre pontevedresa
Cuando en la sobremesa del último día del año el que esto escribe se dirigía hacía la Plaza de España y Montero Ríos, para presenciar y vivir de cerca la San Silvestre, sinceramente iba pensando: "con éste día hay que tener ganas de ir a ninguna parte, menos aún de ponerse en calzón corto o indumentaria deportiva, cogerse una mojadura de órgado y todo para correr un rato por las calles".
Estaba un día de perros (y que me perdonen los animalitos, más dignos de cariño que algunos de los que caminan a dos patas, que se trata sólo de una frase hecha). Lluvia, frío, viento...Parecía que los "elementos", y me refiero sólo a los meteorológicos, se habían conjurado para que aquello fuese un fracaso. Me dije: "peor imposible", pero me equivocaba.
Al poco de llegar a la carpa en la que los rezagados recogían los dorsales empezaron las sorpresas. Allí había mucho más personal de lo que cabría pensar, visto lo visto, y seguián llegando y apuntándose para tomar la salida.
Fueron casi tres mil inscritos. Exactamente 2.899 valientes. Los organizadores, la Sociedad Gimnástica, no se lo creían. Y en estas arreció el temporal. Me acordé del "cenizo" de Murphy y sus famosas leyes, ya saben: "si algo va mal, no te preocupes: puede ir peor".
Pero ni siquiera Murphy contaba con el espíritu inquebrantable de los pontevedreses, con su amor al deporte. Cuando faltaban sólo 5 minutos para la salida, cayó la mundial y la respuesta fue saltar, cantar y decir que de aquí "no nos moverán" hasta que se dé la salida. IMPRESIONANTE.
Fue, lo aseguro, un espectáculo único y un orgullo para los que nos gusta el deporte. Se batió el record de participación el peor día posible. Para que nos demos cuenta de la "barbaridad" que supone lo vivido, baste decir que una ciudad con apenas 80.000 habitantes, superó a otras como Sevilla o Zaragoza, con más de 700.000, o la vecina Vigo, que con sus 300.000 habitantes sólo pudo congregar a mil participantes.
Muestras habíamos tenido muchas veces, pero lo de esta San Silvestre supera todo lo imaginable y viene a confirmar, por si alguien lo dudaba, que en esta ciudad no se vive, SE AMA el deporte.
Gracias a todos por un magnífico espectáculo, por vuestro entusiasmo. Y el año que viene más. Por cierto, ya podemos afirmar que en las próximas ediciones, nadie dudará de que la carrera no se suspenderá, así caigan chuzos de punta (otra vez).