Los negocios pontevedreses se aprietan el cinturón para afrontar subidas de la luz superiores al 200%
Por Manu Otero & Mónica Patxot
Corren tiempos difíciles para los autónomos. La inflación reduce el consumo y aumenta los gastos fijos de unos negocios que capean el temporal económico como pueden. Las materias primas, el transporte, los proveedores o los alquileres han subido de precio, pero es el coste de la energía el que ha pegado una subida insostenible para muchos pequeños empresarios de Pontevedra.
En el último año, el importe de las facturas de la luz, que nunca ha sido asequible, se ha multiplicado por dos y, en algunos casos, se ha llegado a cuadriplicar. Los sectores de la hostelería, las peluquerías o las panaderías son de los más castigados en una ciudad en la que las empresas de congelados, tintorerías, lavanderías o conserveras han visto también muy reducidos sus márgenes.
El uso de secadores, planchas o termos para calentar el agua que sale de los grifos es habitual en los salones de belleza y, por ello, la factura se ha encarecido en el último año más del doble. "Y no solo la luz, también se nos han encarecido todos los productos", puntualiza Ana Barros, propietaria de la peluquería que lleva su nombre y que es una de las de mayor tradición en Pontevedra.
Por el momento, la emprendedora trata de capear el temporal, pero pronto tendrá que ponerse a hacer números para comprobar la viabilidad de su negocio en este contexto de inflación. "A final de año haremos balance pero seguramente tendremos que actualizar los precios porque ahora no tenemos beneficios", reconoce. El precio de algunos servicios, sobre todo los que requieren un mayor consumo de electricidad, ya ha tenido que revisarlos al alza.
"La luz que estoy pagando ahora es el doble que hace un año, pero llegué a pagar tres veces más. Ahora se estabilizó un poco pero sigo pagando de más. Hasta me tuve que cambiar de compañía", explica Barros.
Denuncia la empresaria que este nuevo frenazo se une al de la pandemia, "ya que todavía estamos arrastrando la crisis del covid". Una situación que se aliviaría si el Gobierno tuviese a bien saldar una deuda histórica con este sector, que pasa por reducirles el IVA, que ahora es del 21 %. Un tipo impositivo demasiado alto para un servicio calificado como de primera necesidad durante la pandemia y al que ya le habían prometido una bajada que nunca se ha llegado a efectuar.
Aunque Ana Barros seguirá luchando por mantener su empresa a flote, reconoce que si esta situación se prolonga será insostenible. "Yo tengo 34 años de trayectoria y no quiero que mis ultimos años sean así. No quiero echar trabajadoras, ni trabajar para perder dinero", proclama la emprendedora.
Al borde del precipicio está también la industria del pan. "O noso sector está moi fastidiado porque estamos na tormenta perfecta. Por unha parte, as fariñas subiron case un 50 %, o coste enerxético de todo é esaxeradísimo e, aínda por riba, o consumidor tamén se ve afectado", detalla Dani Pampín, propietario de la panadería Amásame, los tres pilares de la crisis que afecta al sector de la panadería.
"É a primeira vez que non se gañan cartos no noso sector. Esa é a realidade", reconoce con incredulidad.
La inflación de las materias primas, del transporte y de la energía ha provocado un hecho insólito. "Estamos movendo os prezos a un ritmo vertixinoso que nunca pasara. O normal no pan é subir o prezo unha vez ao ano, pero aquí estivemos cinco anos sen subilo. E neste ano tivemos que subir xa tres veces e o ano que ven non o auguro mellor", confiesa el panadero.
Una de las subidas que llevaron a su negocio al límite fue la de la luz. "Case a cuadriplicamos", remarca. "O noso obrador orixinal está en Eduardo Pondal, alí faciamos practicamente todo e pagabamos entre 800 e 1.200. Estamos pagando últimamente 4.000 e pico ao mes, é unha auténtica esaxeración. E levamos aguantando así dez meses, xa non sei como tanto demos aguantado", relata el empresario.
Dada esta situación, no le ha quedado más remedio a Pampín que tomar una decisión drástica. El traslado a la rúa de A Santiña, al obrador original de esta familia de panaderos. "Viñemos para o obradoiro familiar, para unirnos e acurtar prezos uns e máis os outros. Non queremos dentro dun ano ter que cerrar ou pedir un crédito para pagar gastos fixos", señala.
Los efectos ya se están notando también en el consumo. "A xente non se queixa pero consume menos e eu o entendo. Ao final vas ao necesario, o pan é de primeira necesidade, pero o croissant ou a empanada non, por iso merco unha cada cinco días. Non te podes permitir outros luxos", argumenta Pampín.
También ellos se están apretando el cinturón. "Vir para aquí é unha medida de aforro porque aforramos moitísimo en custe, aforramos tamén nun empregado moi ao noso pesar e coidamos moitísimo os custos de producción, xa o faciamos pero agora facémolo por tres", remata Pampín.
La hostelería no es ajena tampoco al elevado precio de este servicio de primera necesidad. "Lo de la luz es una locura", resume Edén Abal, gerente de La Estafeta.
Sin embargo, en este sector pocas medidas pueden adoptar para mitigar el alza de los precios. "Los servicios tenemos que seguir dándolos igual", asume con resignación. Actualizar los precios tampoco es una opción si no desean castigar todavía más el bolsillo de los clientes.
La única medida que les queda es buscar el ahorro energético. "Renovamos neveras y congeladores para comprar otros mucho más eficientes, tuvimos que jubilar los viejos aunque podrían aguantar algunos años más", explica el hostelero.
A pesar de estos esfuerzos, la factura de la luz no deja de subir. "Estamos pagando el doble de lo habitual, pero a veces incluso más y otras algo menos. Yo ya ni entiendo las facturas más allá de la subida", lamenta el empresario harto, igual que el resto de compañeros de su gremio, de acudir a las oficinas a pedir explicaciones sin obtener ninguna respuesta satisfactoria.
Apretar el cinturón, controlar los gastos y reducir márgenes de beneficios son las medidas más comunes adoptadas entre el empresariado pontevedrés. Sin embargo, todos apuntan a una subida de precios en un futuro muy cercano. Un camino que no quieren tomar pero al que se ven abocados por la imparable escalada de los gastos fijos de sus negocios.
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