"Llevo 27 meses en prisión y no sé por qué", dice el acusado por el crimen de Arbo
Por Alejandro Espiño
Un jurado popular tiene en sus manos, desde este lunes, el futuro de Arturo Domínguez Sebastía, el hombre acusado de haber matado a tiros a su expareja y al novio de ésta, en julio de 2015, en un monte de de Arbo (Pontevedra).
La sección segunda de la Audiencia de Pontevedra ha acogido la primera sesión del juicio por este crimen que, según el escrito de acusación, fue cometido por el acusado quien, tras seguir a la pareja hasta la zona y, aprovechando un momento de intimidad, les disparó a bocajarro en la cabeza con una escopeta sin que ninguno de ellos tuviese posibilidad de defenderse.
Durante su declaración ante el tribunal, Arturo Domínguez negó haber matado a la pareja. "Llevo 27 meses en prisión y no sé por qué", ha dicho a preguntas del fiscal. La noche del crimen afirmó haber acudido en compañía de un amigo al bar en el que trabajaba Beatriz, pero asegura que a la hora que los mataron "yo estaba en Portugal y después me fui a casa".
El acusado explicó que "no soy un persona celosa ni agresiva", aunque reconoció que no le gustaba que su novia trabajara como camarera, que había protagonizado incidentes previos con dos supuestos pretendientes de Beatriz, a uno de los cuales llegó a agredir, y que también se habían producido episodios "desagradables" dentro del domicilio conyugal.
La relación entre ambos se rompió seis meses antes del crimen. Aun así, según el acusado, "nos seguíamos viendo de forma habitual" y mantenía con su familia una relación "muy buena". Tanto es así que, ha añadido, "ella me seguía dando esperanzas de que íbamos a volver", por lo que ha afirmado que "tenía que luchar para estar con ella".
Tras la ruptura con Beatriz, la seguía a escondidas "para saber si me estaba engañando" y llegó a grabarla en vídeo. Aunque no pudo precisar cuántas veces la vigiló, el acusado ha asegurado que solo vio juntos a la pareja una única vez. Fue delante del bar en el que ella trabajaba. "Vi que se estaban besando" y, según ha señalado, a partir de ahí la dio por perdida.
Arturo Domínguez ha garantizado que no perdió de vista su teléfono móvil en todo momento y que nunca tuvo el teléfono de Beatriz "desde que nos separamos". Esta declaración es relevante pues, según la Fiscalía, una antena de telefonía sitúa ambos teléfonos juntos, primero en el lugar del crimen y después -ya muertas las víctimas- en la casa del acusado.
Para resolver esta cuestión, ha señalado el fiscal Juan Sagredo, hay una prueba "fundamental" que sería poder acceder al terminal del acusado pero éste, al igual que durante la fase de instrucción, se ha negado a facilitar el código de desbloqueo -que no se puede conseguir por vía policial ni judicial- porque "no me acuerdo de los números".
El fiscal tiene claro que, "como buen cazador", Arturo Domínguez "hizo un seguimiento de su presa, les siguió, sabía a dónde iban, esperó el momento y les mató"
"Si es verdad que no estaba allí, en dos o tres días se hubiera retirado la acusación", ha explicado el fiscal, que sospecha que no quiere facilitar el código porque eso "le incriminaría objetivamente". Las antenas de repetición "determinan que él no estaba donde dice que estaba sino que estuvo donde se mató a Beatriz y a Sergio", asegura Sagredo, algo que demostraría, más allá de los indicios existentes, el GPS del terminal.
El fiscal tiene claro que, "como buen cazador", Arturo Domínguez "hizo un seguimiento de su presa, les siguió, sabía a dónde iban, esperó el momento y les mató", después de verles mantener relaciones sexuales "en un sitio apartado de cualquier persona", tras lo cual se llevó el teléfono móvil de la víctima para tratar de urdir una coartada.
Para la Fiscalía, es culpable de dos delitos de asesinato y debe ser condenado a 46 años de prisión; pena que la acusación particular, que representa a las familias de las dos víctimas, eleva a 50 años, 25 por cada una de las muertes.
La defensa de Arturo Domínguez solicita la libre absolución de su cliente, al entender que "no hay pruebas" de que haya cometido el crimen. "Solo hay pruebas de que él no lo hizo", ha dicho su abogado, pruebas que según el letrado "trataron de borrarse" durante la instrucción.
"Cogieron a un santo y a partir de ahí buscaron la ropa para vestirlo pero ninguna de esa ropa le encaja", ha sentenciado el abogado del acusado.
Con motivo del inicio del juicio, que se celebrará durante toda la semana en la Audiencia de Pontevedra, medio centenar de personas, entre vecinos y amigos de las familias de las dos víctimas, se concentraron a las puertas de la sede judicial para exigir que se haga "justicia" y demostrar que "estamos al lado de las familias".
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