Descubren un pasadizo subterráneo secreto en Andrés Muruais
Por Alejandro Espiño
Las obras de Andrés Muruais han revelado un secreto que pocos conocían: la existencia de un pasadizo subterráneo entre ambos lados de la calle. Unía el antiguo sanatorio Poza con la vivienda particular de su dueño, Celestino Poza Cobas, médico y uno de los referentes del republicanismo local. Toda una sorpresa para el Concello, que ha revelado hoy el hallazgo, ya que no hay registros de su existencia.
El sanatorio se inauguró en el año 1902 y disponía, entre otras estancias, de salas de operaciones, radiodiagnóstico, radioterapia, infrarrojos y ultravioleta o sala de masajes. Todo apunta, señalan desde el Concello, que el uso de ese pasadizo era privado para sus dueños.
Según consta en el archivo municipal, en su día sus dueños solicitaron licencia para construir un puente elevado que uniese ambos edificios. Este permiso fue denegado, por lo que se sospecha que este pasadizo fue construido entre 1926 y 1930 para salvar esa negativa.
La proximidad a Andrés Mellado y a la plaza de Galicia, en donde había refugios antiaéreos de la época de la Guerra Civil, hizo pensar que el pasadizo pudo haberse empleado como vía de huida o de escondite en aquella época.
Esa tesis se refuerza por el carácter republicano de Celestino Poza, que llegó a ser encarcelado y torturado tras el levantamiento fascista. Incluso sus bienes fueron incautados y el sanatorio fue saqueado.
No era, en todo caso, un pasadizo cualquiera. No solo por su gran tamaño, de unos dos metros de ancho y otros dos metros de alto, sino también por su decoración ya que sus paredes estaban azulejadas. Eso sí, se desconoce cómo pudieron construirlo sin que nadie sospechase nada en aquella época, porque no aparece reflejado en ningún registro municipal.
Los técnicos municipales calculan ahora que este túnel fue clausurado a principios de los años 70 por los olores y las filtraciones que provocaba, al pasar por encima las tuberías de aguas fecales y pluviales. También se sellaron y se ocultaron las entradas al pasadizo en cada uno de los dos edificios que conectaba en su día. Y así han seguido hasta la actualidad, sin que varias generaciones de pontevedreses conociesen su existencia.
Han sido las obras de separación de fecales y pluviales que se están realizando en la calle las que han descubierto este pasadizo, actualmente cubierto de escombros, barro y lodo. Es una de las causas que han provocado el retraso en estos trabajos, que deberían estar ya concluidos. No se pueden contemplar sus restos porque, después de haberlos descubierto y estudiar si tenían algún interés histórico o arqueológico, ya se ha tapado de nuevo.
En apenas una semana, Andrés Muruais volverá a la normalidad con la conclusión de los trabajos. Faltan por completarse las conexiones y realizar el fresado, asfaltado y pintado de la calzada y el arreglo de las aceras, afectadas por estos trabajos y el paso de los coches. Pero en la memoria de todos estará, a partir de ahora, ese pasadizo, que pasará a formar parte del imaginario colectivo de la ciudad.