Cuspedriños rememora su historia
Por Redacción
Cotobade regresó un año más a mediados del siglo XX. Este viaje en el tiempo se está convirtiendo ya en cita obligada de cada mes de junio y este domingo, a pesar de la lluvia, vecinos y foràneos respondieron a la convocatoria. Llegaron dos autobuses de época. Llegaron los artesanos, ganaderos y comerciantes. Llegaron los vecinos ataviados como si hubiesen buceado en los armarios de sus abuelos. Regresó la Feira Tradicional de Cuspedriños, en San Xurxo de Sacos.
La lluvia mermó levemente la asistencia con respecto a años anteriores, pero, en su octava edición, la fiesta no se vio deslucida y quienes se animaron a acercarse hasta Cuspedriños aplaudieron la recreación de la cita tradicional. Mientras, el alcalde, Jorge Cubela, agradeció que pese al mal tiempo la gente se haya animado a responder y la buena respuesta de quienes instalaron sus puestos de comida y artesanía, llegados de todo el municipio y de otras localidades.
Enfundado en su chaleco y su gorro de paja rescatados del armario familiar, Cubela disfrutó con el resto de vecinos y visitantes de las actividades programadas, en las que aseguró disfrutar "rememorando a nosa historia, a historia dos nosos avós, do que fomos". No es para menos. La Feira de Cuspedriños recrea uno de los momentos de más esplendor de la historia de Cotobade, la época en la que el mercado de ganado que allí se celebraba era referente de la economía de la zona.
Aunque la feria tradicional se centraba en la venta de ganado, la romería con la que se rememora en la actualidad se marca un reto más ambicioso de exaltar los produtos artesanales y la gastronomía. Para ello, se cuida hasta el último detalle en ambientar el recinto para transportar al visitante a la década de los años 50, pero también se presta atención a la forma en la que se recrean los distintos oficios de la época en sus puestos de artesanía y en el mercado más centrado en la alimentación.
Los visitantes compraron y degustaron pan, quesos, dulces, embutidos, filloas o pulpo; bebieron vino; pudieron visitar puestos de cestos, cuero o instrumentos musicales; y participaron en las exposiciones organizadas, pero si algo llamó su atención fue la presencia de dos autobuses de época y vehículos antiguos y la posibilidad de conocer cómo se vivía en aquellos años 50 y 60 a través de la animación de gaiteiros, pandereteiras, el 'afiador', el ciego o el fotógrafo.