Ana Barros Peluquería, la referencia en Pontevedra en pelucas oncológicas
La caída del cabello debido a los tratamientos oncológicos es uno de los efectos secundarios más temidos tras un diagnóstico de cáncer. Habitualmente, la pérdida de pelo se asocia con esta enfermedad, y a muchas personas les incomoda que los demás sepan que la están padeciendo.
Por ello, el personal médico explica a los pacientes cómo va a ser su tratamiento y en qué plazo se va a producir la caída del cabello. Esto les permite prepararse con anticipación para enfrentar ese momento en las mejores condiciones posibles.
Desde hace más de una década, Ana Barros Peluquería (Marqués de Riestra, 14, Pontevedra) es uno de los centros de referencia en pelucas y prótesis capilares a medida para todo tipo de problemas que conlleven una pérdida de cabello.
En la "cabina vip", nombre con el que denominan cariñosamente a la acogedora sala en la que atienden a las personas que se interesan por una peluca oncológica, charlamos con Ana Barros.
– ¿Cuándo empezaste a ofrecer el servicio de pelucas oncológicas en tu peluquería?
Yo empecé a trabajar con prótesis capilares para señoras que tenían alopecias y caballero. Venía un protésico de Barcelona una vez al mes para atender al cliente y enseñarme a mí. Me gustó el tema y empecé a profundizar y formarme. Fue a raíz de la enfermedad de una compañera de trabajo, una leucemia con 30 años, donde ya evolucioné hacia las pelucas oncológicas, hace unos 15 o 16 años.
Era una chica joven y quería una peluca moderna, buscamos y en Galicia no había ningún sitio donde encontrarlas. Entonces empecé a viajar a las ferias de peluquería y me di cuenta de que había un hueco vacío, no podía ser posible que solo haya pelucas para las señoras mayores, porque la gente joven también enferma. Y ella fue la que me inició en el mundo oncológico y las pelucas para todas las edades y estilos.
– ¿Y cómo es el proceso cuando una persona llega interesándose por una peluca oncológica?
Yo he llevado a la zona de quimioterapia y oncología folletos de información sobre pelucas, y también he dado charlas a las pacientes. Y cada día me doy cuenta de que vienen recomendadas por los oncólogos. Ahora mismo el oncólogo, sea hombre o mujer, ya les está diciendo, de una manera muy sutil: "te va a caer el pelo, esto es por si necesitas tener información de pelucas".
Una vez que vienen, primero las traigo a este espacio, que nosotras le llamamos la "cabina VIP". Es una sala reservada, más acogedora e íntima. Para que pueda estar la persona con su familia, o la gente que la quiera acompañar, y yo.
Normalmente llegan desesperadas. "¡En veinte días se me va a caer el pelo!". Entonces, hablas, escuchas, lloran... y les doy esa confianza que, al haber estado con tanta gente en su misma situación, ellas necesitan. Puedes "hacérselo bonito", entre comillas.
No puedes decirles que solo es pelo y un día crecerá, como con toda la buena voluntad a menudo les dice su entorno. Yo siempre pregunto: ¿Qué es lo que necesitas? Le traigo pelucas, pruebo una, pruebo otra, pruebo modelos, y también le explico las calidades y el presupuesto, evidentemente, porque la verdad es que una buena peluca no es barata.
– ¿A partir de qué precio se puede adquirir una peluca?
"Muchas veces vienen con la idea de que con la peluca se van a sentir mayores o disfrazadas. Y no es así. Por eso es importante el asesoramiento"
Nosotros tenemos pelucas a partir de 300 euros. Es muy importante que tengan una calidad, para que se vean lo más naturales posibles. Muchas veces vienen con la idea de que con la peluca se van a sentir mayores o disfrazadas. Y no es así. Por eso es tan importante el asesoramiento y probar, al final se dan cuenta de que realmente parece su pelo. Y hasta bromean. "Casi me gusta más que mi pelo", me han dicho más de una vez, y eso es muy bonito.
– Cuando el presupuesto no alcanza, ¿también ofrecéis la posibilidad de arreglarles una peluca que les hayan prestado o que vengan del banco de pelucas de la AECC, por ejemplo?
Sí, por supuesto. Es un servicio totalmente gratuito y me gustaría que quien lo necesitase que, por favor, venga por la peluquería, que vamos a ayudarle y asesorarle sin ningún compromiso ni coste.
A mayores, si una persona ha comprado su peluca en otro establecimiento, aquí también realizamos el peinado, el corte o unos retoques, como cualquier servicio de peluquería.
– Durante el tratamiento oncológico, ¿es preferible una peluca de fibra o de pelo natural?
Para un tratamiento de quimio, yo recomiendo fibra. Y ya no es por precio, es porque en cuestión de un año va a recuperar su pelo. Entonces, yo creo que es más cómoda la fibra, porque la puedes lavar en casa, es más económica y en menos de un año vas a tener tu pelo.
Cuando es un problema de alopecia, que vas a estar años o toda la vida sin cabello, entonces sí que recomiendo el pelo natural, porque en estas pelucas puedes variar el color, peinarlas o usar planchas, y tienen además mayor durabilidad.
– ¿Se suele tomar la decisión en una primera visita?
Yo les doy la opción de que pueden dejar reservadas tres o cuatro pelucas y de que vuelvan otro día a probarlas, porque es una compra que no puedes tomar una decisión rápida. Entonces yo tampoco quiero apurarlas. Muchas veces me piden volver con amigas, con madres, con hermanas, con hijos o con el marido. Eso es lo normal.
– ¿Cuál es el perfil de las clientas en pelucas oncológicas?
"Yo les doy la opción de que pueden dejar reservadas tres o cuatro pelucas y de que vuelvan otro día a probarlas"
A mí ahora mismo me está sorprendiendo. Hay tanta gente que de repente viene, una señora y una chica joven, crees que es para la señora y resulta que es para la joven. Lo mismo en pelucas para alopecias. Hay muchísimos adolescentes que por estrés tienen caídas de pelo importantes.
Aún así, la gran mayoría en oncología puede estar entre los 40 y 60 años, aunque también hay gente de 80 y más jóvenes.
– Cuando ya se van con su peluca, ¿se les asesora para saber cómo ponérsela en casa?
Cuando se van de aquí se llevan, como digo yo, un curso acelerado. Estamos el tiempo que haga falta practicando: saca, pon, saca, pon... hasta que ellas se sientan seguras. Es fácil, pero a veces, por su situación, les parece que es un mundo y que no van a ser capaces de ponerla bien cuando estén solas. Incluso no quieren mirarse al espejo, y por eso nos tomamos todo el tiempo que necesiten.
Yo siempre les digo que es como las lentillas, que al principio las pones y sacas con miedo hasta que al final lo haces casi sin mirar. También les recuerdo que, si algún día tienen algún problema con la peluca, yo voy a estar aquí siempre.
– ¿Y qué consejos de mantenimiento les das?
Son consejos sencillos. Las pelucas de fibra se lavan en casa en agua fría, como si lavaras una prenda delicada, la sacudes y está peinada siempre.
La de pelo, no. Si la lavas en casa y no la peinas, te queda como el pelo natural, despeinado. Pero si quieres peinarla una vez al mes en la peluquería y trabajarla, perfecto.
También recomiendo que, una vez que lleguen a casa, las saquen. Siempre les comento que, si yo salgo a la calle, me pongo mis tacones y mis pendientes. Pero tan pronto llego a casa, lo primero que hago es sacarme los tacones, sacarme los pendientes y ponerme cómoda. Con la peluca, lo mismo, es un complemento, y al llegar a casa puedes ponerte un gorrito o, si estás a gusto, no ponerte nada.
– Para las personas que prefieran un pañuelo o turbante, ¿también ofrecéis alternativas?
Hay gente que no quiere peluca, por el motivo que sea. Una alternativa son los pañuelos. Pero, si no pones nada de pelo, la gente me dice que parece que se nota que llevas una etiqueta de que estás enferma. Entonces, le pones un flequillo, que es muchísimo más económico que una peluca, por 65 euros, y realmente pasas desapercibida. Es como si llevaras un turbante con tu pelo debajo.