Miguel Mora Morandeira
La belleza y el dolor
La contemplación reciente de la película "La belleza y el dolor" de la directora y productora Laura Poitras, impresiona y documenta tanto como hace reflexionar sobre aspectos capitales de la naturaleza humana. De nuestra condición. La protagonista de la película es Naim Goldin una innovadora de la fotografía documental que narra de manera que resulta, lógicamente, a veces estremecedora la escena contracultural del Nueva York de los años 70 y 80. Explora consultas LGBT, crisis de VIH, Sida, momentos de intimidad (personales suyos, incluso) y epidemia de opioides. Goldin encabeza la lucha contra la dinastía farmacéutica de la familia Sackler, responsables de la mayor epidemia de opioides de la historia de EEUU. El oxicontin 5 (la oxicodona), después de una distribución masiva acabó causando la muerte de medio millón de personas. En 1996 el oxicontin se presentaba como analgésico para dolores moderados o fuertes fundamentalmente en patologías cancerosas pero también en artritis y patologías menos graves. La empresa de Sackler había detectado que entre 1990 y 1994 el consumo de morfina había aumentado el 75% y se utilizó un "ejército de agentes comerciales" para generar una lluvia de millones. En 2010 el mercado negro estaba lleno de esta droga. En 2019 la farmacéutica se declaró en bancarrota, en 2020 admitió su culpa y en 2022 llegó a un acuerdo a nivel nacional. Sackler destacaba como importantísimo colaborador artístico, llegando a participar en muchísimos museos del mundo. El arte - ¡qué triste! – se nutría de los beneficios que proporcionaba la muerte de tanta víctima.
Luis Martínez, crítico de "El Mundo" escribía sobre "La belleza y el dolor": una cinta despiadada, misteriosa, luminosa, triste, una película que "sangra".
Hace unos meses, en fotos de revistas y reportajes televisivos españoles, asistimos horrorizados a las imágenes de muchísimos ciudadanos norteamericanos tirados por las calles, vacilantes, tropezando hasta derrumbarse. Ahora el derivado, sintético, de la morfina era el Fentanilo. Antes oxicodona, ahora fentanilo: producto de la misma situación, la libertad de prescripción en EEUU, la trivialización de la importancia de los efectos secundarios de un analgésico mal utilizado, sobreutilizado, innecesario para dolores controlables de otra forma y con otros medicamentos. Para no extenderme, voy a autocopiarme, por la brevedad, en una carta que envié y publicó el diario "El País".
"El fentanilo es un derivado sintético de la morfina que se empezó utilizando en los quirófanos. Yo, en concreto, soy médico anestesiólogo y jubilado, lo utilicé durante más de 40 años en prácticamente todas las intervenciones con anestesia general, en niños y en ancianos también. Por vía intravenosa y a dosis adecuadas, el fentanilo era un formidable anestésico, seguro, estable, sin efectos secundarios importantes. Que se haya convertido ahora – como consecuencia de las mafias y las drogadicciones- en la más moderna y deletérea de las drogas es realmente triste e impresionante. La culpa no es del fentanilo sino, lógicamente, del hombre. Terrible."
Enviada mi carta seguí viendo informaciones – espeluznantes las gráficas – sobre los llamados "zombis" del fentanilo, mucho más fuerte que la heroína, barata, en parte hasta importada desde países vecinos. Setenta mil muertes cada año en EEUU.
El filósofo Baumgarten, en el siglo 18, fue un "creador" de la estética como disciplina filosófica, una ciencia del conocimiento sensitivo. La anestesia es el procedimiento que atonta los sentidos. Sackler trataría por una parte de apoyar la relación con el arte, con la estética pues. Al mismo tiempo que su negocio impedía a sus víctimas cualquier contemplación, cualquier reflexión, cualquier disfrute.
El hombre siempre busca momentos de placer. Para ello puede bastar leer, contemplar, hacer ejercicio, conversar, practicar sexo, incluso orar. Algunos utilizan aditamentos externos para incrementar ese placer: fumar tabaco u otras sustancias, beber alcohol, utilizar por encima de lo lógico, o de las dosificaciones médicas, los analgésicos. O los muy practicantes en hábitos religiosos unir la oración al sacrificio, al dolor de cilicios o de arrastrarse de rodillas. Muchísimos artistas, escritores, músicos …han utilizado sustancias que han estimulado su práctica y mejorado su obra. Nosotros somos los beneficiados de ello. Leonard Cohen confiesa haber probado muchos antidepresivos, Sartre dormía poco y trabajaba mucho. Utilizaba ketamina casi diaria pero muy controladamente. La Ketamina, por cierto también es utilizada en anestesia, excelente analgésico que produce alucinaciones (controladas por diazepinas)… Para qué continuar con cosas que sabemos todos. Ah ! - y pido sinceras disculpas anticipadas a los católicos practicantes – hasta la sangre de Cristo surge de una bebida con alcohol.
Pero lo que es grave delito, y atentado imperdonable contra la salud, es la utilización de dosificaciones frecuentes, incontroladas, al margen de dolores quirúrgicos o intensísimos. Además, para enriquecerse con las situaciones insoportables o muertes de las víctimas.