Jeannette Ramos Vega
27 días: Lo sufriré mañana
He sido una mujer muy afortunada porque he pasado momentos muy difíciles. Decir esto me ha tomado casi una vida. He recorrido todas las etapas, desde el coraje y el desprecio hasta la ingratitud. Los túneles que mi corazón visitó fueron estrechos y a veces oscuros. Tuve que posponer muchas cosas que me definían, incluido el arte. Eran otros tiempos, las prioridades estaban distorsionadas y no había tanta información como hoy en día.
Siempre he sido una mujer apasionada. Necesito sentir que mi corazón me habla, que mi cuerpo responde, que mi mente está alineada y que mi espíritu es libre. Tal vez por eso he sobrevivido. Siempre quise serlo todo, pero era difícil cuando no había tiempo para nada. Pero sobreviví a no ser nada, y trabajé en mí, sembrando para poder cosechar. Era muy joven cuando recibí las primeras decepciones de la vida. Y qué bueno que fue así. Me dio tiempo para entender a tiempo. Sin embargo, nunca he sido una víctima, no porque no lo fuera, sino porque es un rol que no me gusta. Usualmente no hablo mucho de las cosas negativas, ni siquiera de mí misma. Soy una persona muy íntima y reservada. Así que este escrito es una bonita excepción que me ha costado mucho decidir.
Lo que quiero compartir contigo no es la historia de mi vida, sino mi ancla para sobrevivirla y haber sido feliz incluso cuando no lo era. Uno de mis secretos y una de las enseñanzas que puse en las manos de mis tres hijos con la esperanza de que les sirviera de algo, y creo que así ha sido.
Sin entrar en detalles, pasé por muchas vivencias difíciles siendo madre soltera de tres varones. Sin embargo, creo que gracias a ellos descubrí mi temple y mi valentía. Aprendí a sentirme como una heroína aunque no hiciera nada extraordinario ni heroico. Cada noche me acostaba pensando en mil problemas, buscando la manera de resolverlos. Hasta que un buen día, siendo muy joven, medité por primera vez en mi vida. Me introduje en lo más profundo de mi ser, en ese lugar donde no podemos mentirnos y nada es gris. Entre lágrimas, me confesé conmigo misma, me cuestioné, aprendí a respirar y a soltar. Me respondí preguntas dolorosas en las que tal vez me fallaba a mí misma. Perdí el miedo a ser.
Ese día nací de nuevo, me entendí y me acepté. Pero sobre todo, nació en mí una frase que me ha acompañado toda mi vida: "Lo sufriré mañana, lo sufriré unos minutos antes de poder resolverlo". He sido escritora desde que tengo uso de razón, así que para mí las palabras tienen fuerza, voluntad y vida. He consumido más palabras en mi vida que respiraciones. Esa frase se quedó grabada en mi libro de vida y mi vida cambió.
Seguía teniendo problemas, situaciones, altibajos de todo tipo, pero estaba decidida a no sufrir por las cosas que no podía cambiar en ese momento. Aprendí a posponer el sufrimiento y la preocupación. No ignoraba los problemas, sino que los atendía con la mente, no con el corazón. Decidí que nada entraría en mi corazón sin mi permiso, nada que pudiera dañarlo. Todo lo miraría primero mi mente, mi consciente. Y ponía en espera todo lo que sin duda tenía que esperar.
Este mantra me ha ayudado a no vivir en agonía. Me permite vencer la ansiedad y he aprendido a no sabotear mi vida. Nada ha sido tan fuerte como para destruirme. He sufrido, he llorado, he perdido, he ganado. He sido valiente y también he sido cobarde, no importa. Lo que realmente importa es que mis situaciones no han dominado ni definido mi vida, mucho menos mi personalidad. Así he aprendido a querer, a amar y, sobre todo, a poner límites.
Las razones que tienes hoy para sufrir son débiles comparadas con las razones que tienes para crear tu propia felicidad. Que tu bienestar no dependa de otra persona ni de la vida misma, sino de ti, de tu actitud y tu temple. Protege tu corazón, usa tu mente. Que tu corazón sea un tesoro que usas cuando quieras sentirlo latir por placer, no por dolor. Aunque siempre hay pérdidas y sentimientos que sin duda te tomarán el alma, eso es tema de otra conversación.
Hoy quiero decirte que administrar nuestras preocupaciones es más inteligente que sufrirlas. Es una de esas cosas que, aún sin conocerte, me atrevo a decirte que estoy segura de que es así. Te recomiendo que dejes de sufrir y llorar. Abandonar ese patrón no te hará menos valiosa, sino más sabia. Deja de hablar de tus sufrimientos, elimina esas palabras de tu boca. Habla de cosas hermosas para que el universo te las traiga. Cree en el poder de tu mente y protege tu corazón.