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Deseos, pasiones, pulsiones, libidos, instintos y John Berger
Dicen que la dimensión irracional/arracional del ser humano, ese mundo ingente de los deseos-pulsiones, ha estado olvidado. Pero no es verdad; siempre ha estado presente.
Creo que todas las culturas, filosofías, ideologías, religiones y metafísicas, y, en parte, casi todo el saber ortodoxo, han tenido como uno de sus fines, en primer lugar, conocer la realidad exterior e interior de los humanos.
Por tanto, siempre se ha enfrentado a ese enorme mundo de lo "pasional", que tiene y dispone de decenas de nombres y adjetivos, para intentar entender, contener, contender y comprender lo real y la realidad humana. Se han creado explicaciones en todos los sentidos y formas. Se han creado saberes y trozos de saberes, no solo para comprender lo que es y son, sino también, para de alguna manera "domesticar", ponerle cauce y freno. Si miramos, aunque sea por encima, la Biblia, nos encontraremos con enormes historias a borbotones de pasiones desenfrenadas…
Aceptemos las teorías de los tres cerebros del ser humano: reptiliano, mamífero, primates; veamos las teorías de Freud sobre la interioridad, quizás, habría que indicar mejor: Schopenhauer-Nietzsche-Freud, porque se interrelacionan y tienen muchas convergencias… y tantos otros, sin olvidar, decenas de artes, porque para muchos, las artes son el método que los humanos han inventado y descubierto para sacar a flote lo que llevamos dentro en la subjetividad individual y colectiva.
Si nos fijamos en todo ello, la humanidad siempre ha estado luchando, no contra las pasiones, los deseos, los instintos y las libidos, que son esenciales en su constitución, sino para que estos tengan un límite, un cauce, unas normas, unas formas de expresarse. Porque, como los geniales Esquilo, Sófocles y Eurípides nos enseñaron, o el genial Shakespeare, Calderón o Dante también, si no se le pone límite al mar de las pasiones, destroza a quien las sufre y, de paso, a otras personas externas al sujeto que no les ha puesto límites…
Me he encontrado con una crónica-artículo del escritor y pintor notabilísimo, John Berger, con nombre y título: "Un otro lado del deseo", hecha realidad en junio del 2002, no sé si en el periódico La Jornada o en el suplemento cultural La Ojarasca.
Creo y estimo y valoro y juzgo, en líneas generales, porque esto es muy complejo, que ahora, al menos en Occidente, hemos pasado de siglos de intentar que lo pasional-irracional, en todas sus formas y nombres, tuviese un dique de contención, que todo fuese ordenado, que el mal moral es el desorden psicológico-moral, que todo tuviese un equilibrio. Eso de que comer cien gramos de jamón, si dispones de hambre, es bueno para alimentarte y sobrevivir, pero que degustar de una sentada medio kilo de jamón, es un mal para la salud biológica, es un mal psicológico, es un mal moral y es un mal religioso-espiritual.
Eso, aplicado a todo, no solo en cantidad sino en el objeto, contenido y temática de las pasiones, eso que durante siglos, al menos en Occidente, se tenía claro lo que era bueno y no bueno o indiferente a nivel ético, moral y ético-religioso, eso se ha roto en estas últimas décadas, digamos en estos dos últimos siglos.
Primero a nivel teórico de la intelectualidad, en muchos de sus saberes, después, grandes masas de población o parte de ellas, han comprado ese discurso. Es cierto que no todos caemos en irracionalidades en todos los campos; unos serán en un terreno y otros serán en otros. Pero estamos muy propensos, en nuestra cultura-civilización o forma de vivir y existir, cada uno, a caer en un grave error. Ahora, pocas personas saben teóricamente lo que son los siete errores morales graves o siete pecados capitales…
Es más, hay quien se pregunta si se está utilizando el arma de la irracionalidad de las pasiones, no las pasiones con orden que es necesario para el ser humano, sino el desorden de las pasiones-deseos-pulsiones, para fines sociopolíticos de distinto orden, para tener anestesiado a parte de la población, para que sea, como una especie de válvula de la presión interna que se sufre, un modo de control sociopolítico y economopolítico, unas normas que inciden en la gestión de la población en la cantidad y calidad de distintas temáticas, unas maneras y formas de que cada uno esté horadando y labrando su pasión concreta, irracional y sin medida, y tenga que ocuparse de ella y no de tantos temas…
Hoy, se puede vender el mundo de las pasiones-líbidos-instintos-deseos sin medida, como forma de autoidentidad y de libertad y de conocimiento, cuando son formas o lazos de esclavitud humana, de neoesclavitud… Porque, no olvidemos, dormir siete horas, de forma rutinaria, es necesario, pero estar dormido diez horas cada día, a no ser que se tenga un problema médico diagnosticado, es pereza…
La gran pregunta hoy es: ¿las pasiones, sin autocontrol correcto, son un instrumento y arma para pastorear las ovejas humanas?
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