José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Cifras y letras
Los partidos políticos que se han presentado a las elecciones catalanas el pasado domingo, ya saben las cifras, que por cierto son muy esclarecedoras. El independentismo obtiene 61 diputados y los no independentistas 74. El pueblo ha hablado, la democracia con todos los sesgos y condicionantes que tiene, pone a cada uno en su sitio.
Ahora, esta semana es el momento de la digestión, de la lectura de los resultados, interpretándolos cada uno como puede o quiere. Puigdemont, hace un brindis al sol, presentándose a la investidura, queriendo ser presidente de un gobierno de "obediencia plenamente catalana", sin tener en cuenta que ERC está en la lona, debido a sus propios errores, pero también por los diferentes tipos de golpes que le ha infringido Junts: ganchos de derecha, uppercut, golpes directos en el corazón.
Lo que ha provocado un cisma en el independentismo que ríete del manifiesto de las hermanas clarisas de Belorado (Burgos), leáse: "han ido llegando en estos años contradicciones, lenguajes dobles y confusos, ambigüedad, lagunas de doctrina clara que nunca es más necesaria que en tiempos de tempestad, para sujetar el timón con fuerza".
Pues bien, todos sabemos y el sector independista también, que desde hace ya bastante tiempo no hay timón, ni hay fuerza. De ahí el resultado de las elecciones y la alta abstención. La gente ya no cree en la tierra prometida y, se preocupan más por las cosas de comer: Sanidad, transporte, servicios sociales, coste de la vida, gestión de la sequía…. El procés fue una entelequia y tarde o temprano tendrán que digerir la realidad.
Ganar tiempo, es lo que quiere Carles Puigdemont, pero tendrá que hacer una lectura sosegada y darse cuenta de que la sociedad catalana está desengañada. Aunque muchos de ellos abracen el independentismo, han enterrado el separatismo. Él, aunque no lo reconozca también lo ha hecho, sigue proclamándolo y no cabe duda que le ha dado resultados (no los esperados). Pasará un tiempo, pero no le queda otra que cumplir su promesa de que si no es presidente abandonará la primera línea política.
Eso no quiere decir que Salvador Illa lo vaya a tener fácil, hay muchos vetos, intereses. Algunos entrarán en convulsión. El propio Puigdemont, una vez que se haya aprobado la amnistía puede ser impredecible. Todos tendrán que sentarse muchas horas para lograr las sumas requeridas, poniendo en la mesa sus intereses comunes y, poner letra a los próximos cuatro años. O eso, o los catalanes volverán a ser citados a las urnas en octubre.