Jeannette Ramos Vega
27 Días: A las mujeres que me leen
Tu y yo hemos experimentado el llanto tanto por amor como por desamor, sumergidas en la penumbra de la soledad. Nos encontramos desencantadas y frustradas, con heridas que parecían eternas. Alguna vez creímos que el amor nos llevaría a la felicidad, guiándonos por caminos iluminados y perfumados. Nos imaginábamos indestructibles, con todos nuestros sueños a punto de cumplirse.
Fuimos adolescentes ilusionadas, pensando en el vestido que capturaría la atención de aquellos que nos gustaban. Bailábamos con sonrisas sin preocupaciones, y experimentamos la intensidad de aquel primer beso que parecía eterno.
Arriesgamos todo por el amor de nuestras vidas, creyendo cada palabra susurrada al oído. Perdonamos heridas superficiales y también aquellas tan profundas que aún persisten en nuestra memoria.
Nos aferramos a la idea de que los hijos traerían consigo la promesa de un nuevo comienzo, siendo pequeños milagros llenos de amor y esperanza. Nos desvelamos, oramos y perdimos sueños, creyendo que teníamos el poder de evitar el dolor y las desilusiones.
Muchas veces nos equivocamos. Nos negamos a ver la realidad.
Con el tiempo, comprendimos que hay preguntas sin respuesta y noches que parecen no tener fin. Nos enfrentamos al espejo y aceptamos que los años pasan, independientemente de lo que hagamos.
Aprendimos a aceptar lo que no podemos controlar, resistimos las caídas y nos levantamos una y otra vez. Quizás no seamos las más fuertes, pero sin duda somos luchadoras incansables.
Nos parecemos aún siendo tan diferentes.
Escribimos cartas y mensajes que nunca enviamos, ensayamos conversaciones y discursos que quedaron en el olvido. Incluso hemos perdido la fe en nosotras mismas y hemos hablado en soliloquio, aprendiendo a observar.