Pedro De Lorenzo y Macías
¡Qué vienen los Reyes! Leyenda e historia.
¡La magia e ilusión de nuestra infancia! Nerviosismo en las cabalgatas y hacerse "el bueno". Esperábamos grandes sueños en regalos. ¡Recordad aquellas cartas que depositábamos en boca del León de Correos! Duende y felicidad.
Sobre su existencia hay varios estudios. En el evangelio de San Mateo los menciona, pero sin nombres, ni tampoco aclara que fuesen tres.: "unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al recién nacido rey de los judíos".
Los "Magos de Oriente" aparecen bien definidos en los Evangelios Apócrifos, donde "mago" se ha de interpretar como un sinónimo de astrólogo.
Quinto Séptimo Tertuliano (siglo III) interpreto el salmo 72 del Antiguo Testamento: "Que los reyes de Saba y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes".
Indagando en la Biblioteca Nacional de España, encontramos los inicios de esta hermosa leyenda: El Auto de los Reyes Magos, una pieza importante de nuestra literatura del siglo XII; ya aparecen tres magos con sus nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar; no son definidos como reyes, sino como astrólogos.
Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia).
Sus nombres se reflejaron en un mosaico del siglo VI que fue el referente para futuros escultores, pintores y literatos. En un manuscrito en el siglo XIII, aparece la creencia que los Magos podían proteger contra la epilepsia. En algunos lugares de Europa, el 6 de enero, rotulaban las iniciales GBM en puertas de viviendas y
establos para impedir los ataques demoniacos y de brujas.
En el renacimiento tuvo gran esplendor los tres Reyes. Varios maestros: Massacio, Boticelli, El Bosco, Rubens, El Greco, Velázquez plasmaron esta imagen: tres reyes vestidos de áureos trajes, acompañados de sus séquitos, arrodillados en un humilde establo en Belén.
La Adoración de los Reyes Magos por El Greco, 1568.
Historia y leyenda:
Evangelio de Mateo: "Los Magos vinieron de oriente, guiándose por una estrella. Llegaron a Jerusalén y fueron recibidos por Herodes; le preguntaron sobre el nacimiento del Rey de los Judíos. Herodes, consultando a los escribas, le manifestaron, que según el profeta Miqueas, debería nacer en Belén. Los Magos, abandonando Jerusalén, la estrella brilló y les condujo a Belén; se arrodillaron y ofrecieron oro, incienso y mirra". Una coincidencia. Seluco I Nicátor ofreció oro, incienso y mirra a Apolo, en su santuario de Dídima, en 288 a.C.
Los Magos, advertidos en sueño por un ángel, no volvieron a Jerusalén. Herodes ordenó la matanza de todos los recién nacidos en Belén: "La matanza de los inocentes". Lo celebramos los 28 de diciembre con alguna trastada.
Con el tiempo, en países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y se convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos.
Todos estos argumentos crean sueños, ilusión y fantasía. En la cabalgata del día 5, desfilan por todos los recovecos los Reyes, acompañados de sus pajes; van repartiendo caramelos y sus pajes recogen las cartas de esos festivos niños, que gritaban de alegría y aplaudían a Sus Majestades.
Al llegar a sus casas, esos niños de clara inocencia, van colocando sus zapatos, con su nombre esperando la visita de los Magos; otros colocan un gran calcetín.
En cada domicilio guarda bellos recuerdos: sus niños, sus nietos, dejando unas copitas para los reyes y heno para sus camellos.
Fue una fiesta de ilusión, de sueños infantiles. ¡Llegaron los magnates en hacer dinero! Nos implantaron Papá Noel, el árbol y otras costumbres.
¡Los niños se portaban mal! "Los reyes te traerán carbones". Esta frase ya es obsoleta. Con los renos y Papá Noel ya se sienten realizados.
Muchos hemos nacidos sufriendo las consecuencias de dos guerras, motivadas por ambición del poder. El día de Reyes era fantástico para nosotros, niños; nos apuntábamos para sustituir a pajes; dejábamos cartas en la parroquia de San José, en los Franciscanos. ¡Siempre se acordaban de nosotros!
¡Despertábamos y todo era maravilloso! No nos habían olvidado.
¡FELICES REYES!
Pedro de Lorenzo y Macías.