Carlos Regojo Solla
Diario de Pontevedra
Supongo que las ilusiones puestas en torno a la creación de un periódico o de una revista con el objeto de cubrir las necesidades informativas de un sector de población, serán importantes para los protagonistas del proyecto quienes se mueven, sin duda, dentro de un mundo muy sacrificado e ingrato que a no tardar hará valer su aspecto económico y lo hará peligrar en más de una ocasión a no ser que sus fundadores procedan de un sector económico fuerte. Partir de cero o con lo justo es en verdad más que temerario.
No conozco la problemática - y consecuente lucha- de los trabajadores de Diario de Pontevedra, (solo lo que llevo leído así por encima), pero me duele que la marca a estas alturas, luego de tantos años, camine por la senda de los despidos como solución a sus dificultades; toda vez que,volviendo la cara levemente, se aprecia el valor germánico-pontevedrés de la decisión más arriesgada tomada por sus trabajadores en la crisis del 63/68, al quemar las naves y lanzarse al sostenimiento de la publicación diaria como Cooperativa de trabajadores. Así, la ciudad pasaba a tener un respaldo importante y sufrido donde todos,lectores y periódico se dieron la mano y gozaron de los fallos inevitables a la vez que de los nuevos teletipos y nueva rotativa, entre botellas de leche, luego de resolver la pregunta diaría que hacía su presidente:
-Veamos, ¿qué tenemos para mañana?
No son los mismos tiempos. Tal vez falte el contacto directo entre partes que haga reflexionar sobre el trabajo que hizo consolidar la marca DIARIO DE PONTEVEDRA.