Jeannette Ramos Vega
27 días: La maternidad
He pensado mucho en la maternidad y lo complicado y diferente que es para cada una de nosotras. Para algunas es un reto constante casi de supervivencia mientras que para otras no es así, por circunstancias variadas. Es un tema del cual podría escribir por mucho tiempo y aun así me quedaré corta en mis observaciones. He vivido la maternidad por medio de mis tres hijos. Y cada experiencia ha sido distinta, lo único en común he sido yo, y mi manera rara de crecer cada día en el proceso. La crianza de los hijos trae muchas alegrías y satisfacciones, pero también está llena de desencantos, frustraciones y dolor. Es una mezcla increíble de sentimientos que pueden hacernos sentir plenas o incómodamente pérdidas. Leo y escucho a muchas mujeres describir la maternidad como un valle color de rosa y por alguna razón no me veo identificada. Para mí ha sido más como un camino multicolor, de flores y espinas, de dulces y amargos, todo a la vez.
Es cierto que el amor por los hijos es indescriptible, incondicional, casi inhumano. Es un sentimiento de pertenencia en el cual dejas de pensar en ti para ponerlos a ellos como tu prioridad y eso te hace inmensamente feliz. También es cierto que no nos dan un libro de reglas y normas cuando parimos. Muchas nos dejamos llevar por la intuición o tal vez por la manera en que vimos a nuestros padres criarnos. Es inevitable sentir que estás fallando, que no lo haces bien, que la estás cagando y que en algún momento todo se irá al piso. Pero también sentirás que lo haces genial, que todo ha valido la pena y que nada puede destruirte.
La complicación de la etapa en la cual tu bebé depende de ti para sobrevivir puede ser una frustración en medio de la cual te vas a sentir anulada, como si estuvieras muerta en vida. Pasas a un segundo lugar. Tus prioridades cambiaron de repente y no te diste cuenta. Muchas de nosotras llegamos a deprimirnos un poco en el proceso de adaptación y eso es normal. Es mentira que somos “super woman”. No creas eso ni te pongas a ti misma en esa posición tan absurda. Somos seres humanos criando a seres humanos. Eso te dará la valentía de fallar sin recurrir al auto castigo. Por otro lado, vienen etapas más intensas que esa. En las que puedes llegar a sentir que eres la enemiga número uno de tu hijo. Todo es una discordia. Las miradas y los gestos cada vez que no accedes a sus deseos te van a destruir. Mucho más si económicamente estas pasándola mal para poder darles todo eso que es importante y necesario.
La maternidad es muy difícil y será eterna. No importa la edad de tus hijos, ese sentido de protección, de autocrítica y amor protector será para siempre. Es una casa llena de habitaciones y puertas en las que vas a entrar y salir constantemente. Conocerás una parte de ti que desconoce el rencor, que se deja llevar a donde sea que tengamos que ir. Nos convertimos en amigas, consejeras, panas, cajeros bancarios, compañeras, enfermeras, facilitadoras, secretarias, maestras, psicólogas, en fin, somos todo lo que tengamos que ser, de manera incondicional.
Las cargas emocionales que conlleva la maternidad ponen a prueba nuestra madurez emocional. Siempre he recomendado la calma en momentos tormentosos. Dejar de pensar demasiado en nosotras mismas y ponernos en los zapatos de nuestros hijos. Recomiendo dejar ir el orgullo y la necesidad de tener la razón siempre. El amor de la madre no debe ser egoísta, es un amor libre que respeta cada etapa de nuestros hijos.
Es un grave error esperar que piensen como nosotras, actúen exactamente como queremos o que tengan metas que satisfagan nuestras expectativas. Confiar en la crianza que les dimos es lo que nos va a unir más a ellos cuando sean adultos. Debe existir la confianza de hablarnos abiertamente sin temor a ser juzgados. Somos todo para ellos menos el juez y la cárcel. No debemos castigarlos por la honestidad sino guiarlos y hacerles sentir que realmente les escuchamos.
El perdón se convierte en nuestro mejor aliado. Perdonaremos. Nuestro corazón ya ha decidido que amaremos a esa persona por encima de todo. Y así será. Pienso que es muy importante entender cada etapa, vivirla tal cual es para poder sobrellevar los encuentros difíciles sin perder de perspectiva que somos escogidos como guías no como dueños. Todos vamos a cometer errores, nos caeremos y juntos nos levantaremos. Y en su momento esos pequeños seres que vimos nacer alzarán vuelo para tener una vida propia con sus virtudes y defectos y comenzar ellos su propia familia en la cual siempre seremos parte importante pero no lo único que ellos deberán amar y cuidar.
A mí me ha funcionado conocerme y entenderme. Mostrar a mis hijos que soy un ser imperfecto con mis propias necesidades y contratiempos. Esto ha permitido que ellos me vean tal cual soy sin esperar que yo sea algo que no soy. Puse en pausa mis metas personales por el tiempo que fue necesario y luego lo he tratado de recuperar poco a poco sin que ellos se sientan responsables de ninguna de mis decisiones. Eran otros tiempos. Me atemperé a mis circunstancias sin compararme con otros padres porque sin duda mi realidad era diferente.
La maternidad no es un trabajo fácil, sin embargo, siempre y cuando seamos honestas con nosotras mismas será posible lograrlo. Cada uno de mis hijos tiene prioridades disímiles, metas muy diversas. Tienen maneras diferentes de ver la vida, opiniones encontradas. Cada uno tiene un propósito distinto. Han sido criados de la misma manera, sin embargo, son paletas de colores y sabores muy diferentes. Esto me ha mostrado que no importa lo que hagamos, estamos criando seres individuales y eso hay que respetarlo.
No hay una lista de correctos e incorrectos. Lo que sí hay es una regla invisible en la cual el amor y el respeto deben ser los mantras a seguir infinitamente. Contra viento y marea el amor es lo único que salvará una familia. La comunicación efectiva es primordial. Debemos aprender a escuchar, a comprender sin imponernos. Mostrar que el respeto siempre comienza en la conversación, el diálogo y el intercambio de ideas saludablemente. No siempre estaremos de acuerdo, pero siempre debemos diferir con amor.
Una madre siempre será irremplazable, será el corazón que palpita a través del tiempo. El amor por los hijos es el reto más grande de cualquier mujer. Nos da la oportunidad de amar sin manipular, amar incondicionalmente, amar en la distancia, en los errores problemas, en la salud y en la enfermedad. Amar sin exigir, sin pedir, sin esperar. Es un amor desinteresado, genuino y cálido. Nos muestra lo que es el amor sano que curará cualquier herida. Nos ayudará a conocernos realmente. Mi sentido de libertad me ha ayudado a entender las vueltas en la vida de cada uno de mis hijos. Quiero que ellos sean seres libres. Capaces de hacer cambios en sus vidas que les hagan sentir cómodos y felices. No puedo esperar que ellos sean libres si mi mente está encarcelada. Soy fiel protectora de sus derechos. No quiero ser una obligación, sino una inspiración para ellos. Me he convertido en una guerrera, pero escojo mis batallas.
El amor egoísta no es amor. Una madre lo da todo. Pero es importante que tengamos nuestra propia vida, nuestras metas, sueños, amistades, entretenimiento, etc, de tal manera que podamos ser mujeres completas y realizadas. Te aseguro que serás una mejor madre si te sientes realizada, entera y fuerte como mujer. Serás capaz de entender cada circunstancia que rodea a tus hijos y ser un apoyo para ellos.
En fin, este es un tema muy personal. Mi experiencia, mi opinión y mi manera de vivir la maternidad no tiene que ser igual a la tuya. Así que cada una de nosotras es un libro distinto con una historia particular. Creo que todas somos madres de una u otra manera. Está en nuestra naturaleza proteger, cobijar y amar.
Felicidades a todas las madres y abuelas de este mundo. A todas las que sin haber parido han dado ese amor maternal y han criado a los hijos de otra. Felicidades a cada una de las madres que han adoptado. A esas excelentes mujeres que han ayudado cuidando los hijos de sus amigas, a las madrastras dulces y comprensivas. A los hombres que han sido madres. Felicidades a todos los que han estado envueltos en la crianza de nuestros niños. A ti mujer, que eres madre por sobre todas las cosas.
Felicidades a ti mamita linda, te amo. Gracias por todo. ¡Felicidades!