![Jeannette Ramos Vega](/web/cache/scene/uploads/xornalistas/foto/dc1/_S7QytKoutjK3UsovKMnMzytWsi62MjSxUqrKz891Lsov0DE1AC_/_Il61oA_/6131bbcb2b-jrv-foto.jpg)
Jeannette Ramos Vega
27 días: Divorcio
Muchas veces nos divorciamos de cosas, de personas, de hábitos y hasta de costumbres. Aunque escuchamos mucho esta frase, he entendido que es real; cada día es una nueva oportunidad para elegirnos. Somos complicadas, en ocasiones somos muy indecisas. Se puede tornar complejo conocernos y llenar nuestras expectativas.
También podemos ser impulsivas. Pero usualmente éstas son reacciones con las cuales aprendemos a lidiar durante la adultez, con la edad y la experiencia.
El primer paso para tomar decisiones acertadas es conocernos a nosotras mismas sin engaños, sin mentirnos, aceptando quienes somos, analizando lo que nos gusta y hasta dónde podemos llegar. Así podemos establecer límites y respetarlos. Poner distancias es muy importante, sobre todo sin sabotear nuestras propias medidas.
La temida palabra divorcio está sobreevaluada. Para mí la disolución de una relación es una elección inteligente en un momento transcendental. Si ya no funciona, es sabio y beneficioso terminar ese ciclo sin crear situaciones de estrés que puedan llevarnos a complicaciones más serias. Nadie se separa por felicidad o por satisfacción o por tonterías. Todo lo contrario. Pienso que los malos amores existen, y deben terminar a tiempo. Las largas noches con el estómago vacío y ojeras profundas nos hacen olvidar que alimentar el alma es fundamental. Estos procesos hacen que sientas el cuerpo y la mente intoxicados repletos de información y emociones que nos pueden romper en pedazos. Pero en esencia pienso que esto no se trata de amor por otros, sino por nosotros mismos.
Yo veo la vida desde otra perspectiva. Para mí el divorcio es una alternativa, lo adopté como una medida de sanación. Decidí divorciarme de las personas tóxicas que abrumaban mi vida egoístamente, aportando demasiada negatividad. Me divorcié de las amigas a medias que no me respetaron, vistiéndose de hipocresía y ofreciendo una amistad mediocre. Me separé de los rumores y los chismes sin fundamento en las esquinas baratas. Del perdón obligatorio para satisfacer a otros, a la iglesia, a los que manipulan tus sentimientos exigiendo ser perdonados y las disculpas vacías sin corazón. Rompí con todo lo que me hacía sentir insegura, fea o despreciada.
Decidí repudiar todo tipo de manipulación. Tengo claro lo que quiero en mi vida.
Si no quiero, voy a decirlo. Si quiero, también lo diré.
Quise crear un mundo en donde ser feliz no me haga sentir culpable. En el cual estar sola no me haga sentir abandonada. Me permití ser libre, aunque no me entiendan. Mi libertad es una decisión mía. Me cansé de buscar aprobaciones en los rostros familiares. Solamente llevaré mis cargas y mis cruces. Mi cuerpo y mi mente son propiedad mía. No tengo que llenar estándares, ni cumplir con karmas ajenos.
Mi cultura no me define. No soy del lugar donde nací. No soy bandera ni soy himno. Soy un ser humano independiente en el mundo.
Basta de pensar que necesitamos tener una pareja para que nos valide todos los días.
No necesito la compañía de nadie para que mi vida tenga sentido. Para ser feliz solo necesito estar en paz conmigo misma y con lo que soy. Auto aceptación. Cultivar mis relaciones para ser capaz de ser una mejor compañía para otros. Ser justa y escuchar atentamente las necesidades de mis hijos y mi familia. Trabajo todos los días en mi empatía y mi inteligencia emocional. Las batallas de pareja dejaron de ser románticas para mí. No significan amor. Los dramas del romance me parecen pérdidas de tiempo. Conocí la parte grotesca de las relaciones y eso me hizo entender que eso no es parte del amor. Me divorcié de los amores mediocres llenos de inseguridades y dependencias emocionales.
Los divorcios van más allá del matrimonio. Es la decisión diaria de terminar con algo que pensaste que te convenía, y te hacía bien pero ya no es así. Todos evolucionamos y el cambio trae cambios. Comenzamos a pensar diferente, a sentir el peso de los años. De algo debe servirnos la experiencia de lo vivido. Las vivencias nos obligan a madurar aportando los elementos de juicio para desafiar el mundo.
Los finales no tienen que ser malos ni traumatizantes. Creo que debemos identificar las razones por las cuales ya no queremos eso. No herirnos en el proceso. Escuchar y ser escuchados. Internalizar que cuando algo termina es porque hay otro rumbo, hay más vida.
Abrí una botella de vino, encendí un cigarro y escribí.
Esta es una manera personal de declararme libre en pensamiento, cuerpo y alma.