Manuel Pérez Lourido
El estanque de los patos
¿Qué hace un estanque para patos vacío? Si no va a haber patos en él, mejor cambiarle el nombre.
Si usted se da un paseo por el parque de Las Palmeras, al descuido, de camino a otra parte, como quién no quiere la cosa, dando una vuelta, pasando el rato, matando el tiempo aunque en realidad es el tiempo quien le está matando a usted; advertirá la presencia del mítico estanque de los patos. Toda la vida ahí, historia viva, iba a decir, pero mejor: historia dejada de la mano de Dios; de Pontevedra. No, no vamos a hablar ahora de la mona de Las Palmeras, no vamos a hablar de la fuente que había donde ahora está la zona de juegos de los niños (aquella en la que acabámos los estudiantes del Sánchez Cantón, celebrando tradicional y estúpidamente los finales de curso). Ni tampoco del palomar sin palomas que permanece en el mismo lugar. Centrémonos: estanque de los patos. Sin patos. Durante décadas. WTF.
Está bien que vivamos tiempos de apariencia, una horrorosa inmersión en un bucle sociocultural donde es más transcendente el continente que el contenido. Desde el Gaiás santiagués al Guggenheim bilbaíno, desde el arte conceptual hasta los reality shows, pero alguien tendría que hacer algo con ese estanque. Claro que queda a juego, ahora mismo, con la recién peatonalizada avenida Reina Victoria, toda marasmo y melancolía . Ese lugar al que debían poner música ambiental del lejano oeste y soltar esos matojos secos y rodantes (tumbleweed les llaman ellos, los del lejano oeste) para terminar de redondear el paisaje. Lo de marasmo me ha gustado (a veces me gustan mis propias ocurrencias). Avenida del Marasmo le podrían poner. Da igual que la tuneen de pista de karts o con tirolinas de quita y pon. Lo que es, es.
Regresemos al estanque de los patos que no tiene patos. Hay que hacer algo ya. Limpiarlo, por ejemplo, sería una magnífica idea. Llenarlo de peces de colores. Porque de pirañas ya sería la bomba. Ahí lo petábamos. O tal vez dejarlo estar, ahí, dentro de uno de los parques históricos de la ciudad, como símbolo de algo. No es fácil establecer de qué, habría que tener una poderosísima imaginación, como la necesaria para justificar convincentemente lo de Reina Victoria (y mira que no quiero meterme con el gobierno municipal). Por tanto no, no se consigue una cosa menos se va a conseguir la otra. Tal vez la solución para el estanque que dejó de serlo sea la demolición, no podemos vivir en el pasado. No lo sé. Qué sabe nadie.