Marisa Lozano Fuego
Los sueños
Los sueños son manifestaciones de la psique, retazos de nuestro inconsciente, ráfagas de fantasía durmiente que aparecen cuando dormimos. Hay quien los estudia científicamente, analizando sus ondas delta, beta..otros les otorgan carácter mágico, premonitorio. Son abordados desde distintas perspectivas: la Física, la Biología, la Medicina, la Antropología, la Literatura, la Filosofía.
Los sueños narrativos, aquellos que transcurren como historias, se dan en la fase REM del sueño profundo, aquella donde hay Rapid Eyes Movement, donde nuestros ojos parpadean de forma rápida y rítmica, de forma inconsciente. Es entonces cuando se fabrica la fantasía, que puede ser el resultado de temores, deseos o experiencias vividas durante el día. Sigmund Freud estudió los sueños como manifestaciones inconscientes de nuestra mente, y publicó en el 1899 una obra denominada "La interpretación de los sueños". Al analizarlos, realizaba un análisis de la psique humana y buscaba significado en cada uno de los símbolos oníricos, de cara a descifrar complejos, traumas y hechos de la vida de los pacientes en psicoanálisis. Creía que descifrando su contenido se podía entender mejor las contradicciones, el miedo, las motivaciones de las personas.
El campo de los sueños todavía resulta misterioso y apasionante, no es posible comprender todos sus elementos ni los factores exactos que nos llevan a soñar lo que soñamos. Se presentan como escenas de teatro, con diferentes actores y escenarios, con su propio sentido y lógica que no necesariamente es la nuestra. El mundo onírico es rico en colores y formas, sonidos y rostros, de tal manera que en ocasiones son gratos y en otras pueden convertirse en pesadillas y dejarnos temblando.
Personalmente, me gusta soñar. Siempre que lo hago vivo una especie de película animada, donde exploro cada una de las vertientes de esa curiosa realidad, donde dialogo con distintos personajes y vivo diferentes sensaciones, siempre con la protección de la fantasía y la ilusión de viajar un poco por los recovecos de la mente. En ocasiones tengo sueños absurdos y divertidos, en otras más serios y pausados. No suelo tener pesadillas, aunque alguna vez me ha pasado, coincidiendo con épocas de mucho estrés. Pero incluso entonces el cerebro se da cuenta y, como mecanismo de protección, despierta en el momento clave, antes de la caída, el ataque o la hecatombe.
Muchas veces un sueño queda inacabado y nos gustaría continuarlo, son esos en los que soñamos con romance, ternura, animales, paisajes bellos. Desafortunadamente no es fácil apretar un play y continuar la siguiente noche. La función onírica tiene sus propias reglas y leyes, no podemos programar lo que soñamos y cómo lo hacemos. Es parte del riesgo y la belleza de este otro mundo; no sabemos a qué parajes nos conducirá y también ignoramos el proceso exacto que nos lleva a ellos. Un sueño es, simplemente. Sucede, ocurre y se siente, sin limitación temporal ni argumento o guión cerrado. Con los sueños viajamos sin movernos de la cama o el sofá. Con los sueños sentimos, sin necesidad de que nuestra piel toque a otra. Podemos fabricar castillos, fuentes, jardines, acariciar gatitos y montar en elefantes, cabalgar en el crepúsculo y amar a un extraño, poseer todo un país de chocolate y bañarnos en un lago de caramelo. También podemos comprender lenguas extrañas, ser perseguidos por un dragón y crear realidades varias, basándonos en la materia de la fantasía.
Muchas cosas ignoramos todavía, a saber, si los animales sueñan, si lo hacen en colores y sonidos, si nosotros podemos provocar determinados sueños a voluntad. Se ha estudiado mucho el ciclo del sueño para procesos psicofisiológicos, el descanso y todas sus fases, pero los sueños narrativos todavía son un campo inconmensurable y desconocido donde prevalece la curiosidad y casi un componente mágico. Nuestro cerebro es capaz de ingeniar mil y una tretas para proyectar ese film curioso y lleno de matices que constituyen los sueños. No deja de ser fascinante, a veces terrible, y siempre sin lugar a dudas digno de estudio , lleno de interrogantes y apasionante, el hecho de que en nuestra cabeza se pueda proyectar esa especie de cine, pleno de significados y símbolos.
En conclusión, los sueños son esa especie de carretera que recorremos de forma inconsciente, que nos lleva a múltiples estados y lugares, que nos hace traslucir la belleza y lo terrible de este mundo y le da poder a nuestra mente para reproducirlo sin peligro.
Ignoro si somos lo que soñamos o si soñamos lo que somos, en cualquiera de ambos casos, al cerrar los ojos nos aventuramos en un viaje desconocido, cuyo retorno puede llevarnos a conocer muchas más cosas de nosotros mismos y de nuestro subconsciente.