Pedro De Lorenzo y Macías
Blanca y enigmática Navidad
¡Vagas nubes cubren las montañas de Belén! ¡Las muy descuidadas! Van dejando caer blancos copos, pincelando el valle y su entorno de un blanco gélido.
Llegan a Belén. José, con su callado, caminaba despacio; conducía un flacucho borrico; en él, sentada y llena de serenidad, iba María. Llaman a varias puertas; son rechazados. Sus vestimentas afloraban fatiga, sufrimiento; en sus corazones emanaban alegría y felicidad, infundida por la Divinidad.
Se alejan del pueblo. Un buey y una mula, con sus mugidos, con sus rebuznos, invitan a los Pobres Caminantes a compartir su pesebre. El borrico alzaba sus orejones con viva alegría.
Las traviesas y cariñosas estrellitas ahuyentan a los descuidados nubarrones, teñidos marrón oscuro, de misterio maligno. Lucen, paveras y divertidas, las estrellitas en el firmamento. Su gran luminosidad paraliza el viento……; surge inquietud y se preguntan "¿Qué sucede?".
En las altas montañas, pastores y mendigos se cobijan en grutas; alrededor de una gran hoguera que les consuelan, quedan atónitos ante repentino acontecimiento. Callan las alimañas, los rebaños se aúnan, las aves nocturnas guardan silencio y observan la noche, expectantes.
La Estrella Reina, procedente del "sol naciente", se detiene e ilumina el sencillo pesebre, destellando luz de amor, de comprensión, de respeto.
Pronto, asombrados y alegres, los pastores y los pobres bajan desde sus cuevas por el camino, blanco y gélido, que los lleva a Belén. Sus cantos alegran su penoso caminar: "Vamos a Belén, el Niño Dios ha nacido".
Llegan, tímidos y alucinados; se postran ante el recién nacido; le ofertan quesos, pan, leche…., y otros muchos agasajos. Un pobre pastor se arrodilla ante el niño, le dice "yo soy pobre también, solo tengo este viejo tambor"; el Niño le sonrió.
¡Clamor, curiosidad y expectación! Llegan de oriente tres Reyes, llenos de Magia y en búsqueda del Niño Dios. Sus comitivas se detienen; a pie, entran en el Pesebre; ven al Niño, a su lado su madre María; se arrodillan y muestran sus obsequios.
Gaspar le ofrece Oro, obsequio al Rey de Reyes, que será El Recién Nacido; Melchor dejan el Incienso, simboliza La Divinidad; Baltasar, de negro azabache, le dona Mirra, que es también hombre.
El Papa Benedicto XVI afirmó que los Reyes Magos representan al pueblo, las civilizaciones, las culturas y las religiones que están "en el camino hacia Dios, a la búsqueda de su reino de la paz, de la justicia, de la verdad y de la libertad".
En Belén no hay oquedad a la mentira, al engaño, al odio, al alineamiento mental, que es la peor de las dictaduras. ¡Ojalá no nos equivoquemos de camino! Volvamos al de la sinceridad, respeto y unidad. ¡No, a la mentira!
Luce el sol. La comitiva real regresa a Oriente; los pastores a sus labores. Todos a sus menesteres: deben conseguir sus alimentos con su propio sudor, no a cuenta de los demás.
El borrico está de cháchara con la mula; se cuentan sus historietas y las grandes caminatas; están muy cerquita del Niño, defendiéndole del gélido frescor.
¡Ya va anocheciendo! La estrella reina dejó de vigías a sus hermanas, coquetas y relucientes. Aparece la presumida Luna, plena de claridad, envidiosa y de poco fiar. Una estampa de belleza navideña.
Duermen en el pesebre todos. José dormita apoyado en la puerta; le llegan susurros de las estrellas, de los alegres ángeles: "Coge al Niño, a María; id a Egipto. Corren peligro".
Se despierta y prepara raudo la marcha; el borrico gime, se había encariñado con la mula. Van en camino José, María sentada el borrico con su Niño. Llegan a la altura de la montaña; se paran y observan muchos esbirros de Herodes; entran en Belén y dan matanza a los inocentes.
El valle se llena de gritos de desesperación, de dolor y muerte. ¡Todo por miedo a perder el poder…, por la mezquindad de Herodes! Siguen, tristes y llorosos, su camino en el desierto José, María con su niño y su cariñoso borrico sabanero.
¡Que el Espíritu Navideños os impregne de salud, sana amistad y alegría!
¡FELICES NAVIDADES!
Pedro de Lorenzo y Macías.
Fotografía: © Sofía Lorenzo Gómez.