Tribuna Viva
La tercera edad, esa gran desconocida...
Sin darme yo cuenta, a partir de que celebro mi medio siglo de vida, me enfrento a una nueva etapa que me empuja a formar parte del grupo denominado TERCERA EDAD.
Término donde la sociedad te encasilla haciéndote ver que los telediarios que quedan, son cortos y escasos.
Antes, también sin ser consciente, pertenecía otros grupos de catalogación: infancia, adolescencia, etc... Pero todos estos basados en la juventud, con el aliciente de que siendo jóvenes todo se perdona, y tenemos toda la vida por delante...
Pues esa vida por delante me dice que ya he llegado a la "pre-vejez" y ¡todas las alarmas se encienden! Soy casi mayor, ¡estoy cerca del umbral de la vejez!
Me niego a pensar que mi vida se reduce a esto, me niego a pensar que todo se reduce a que me encasillen en un grupo, que me catalogen como un producto con denominación de origen...
Me revelo ante lo que se anuncia como el ocaso de la vida.
Tengo 50 años y por fin soy mayor de edad, he evolucionado lo suficiente, o por lo menos bastante, como para estar en esa edad donde nada ni nadie tiene derecho de opinión sobre el libre ejercicio de mi vida.
La edad no puede ser algo que limite nuestra mente, y mucho menos la condicione.
La edad madura en la que me encuentro, no me impide los sentimientos, las emociones y la misma necesidad de vivir que me trajeron hasta aquí durante 50 años. La edad madura no me prohíbe, no me coacciona, no me limita...
Todos estos argumentos que blando son contrarios a lo que la sociedad me ha enseñado. Sociedad que me ha mostrado a través de patrones estereotipados y cargados de un pesimismo extremo que la madurez me convierte en algo caduco, pasado de moda, y en vías de carecer de sentido, olvidándose que la experiencia es un grado y que me he ganado a fuerza de trabajo y perseverancia la madurez de la hoy hago gala, y que con toda seguridad, en ese viaje que me trae hoy hasta aquí, he colaborado a que otros hoy disfruten de su infancia, de de su adolescencia, de su juventud..
La edad madura me LIBERA, y es una etapa llena de novedades y de descubrimientos sobre mi, y sobre lo que me rodea.
La edad que ostento me hace más sabia, pero con capacidad para seguir aprendiendo, con capacidad para seguir viviendo sin más limitaciones que las que mi cuerpo y mi físico me pongan, porque ciertamente mi mente está lejos de agotarse, y dejar de creer y crear.
Celebro mis 50 años, celebro la vida, y NO, nunca se es demasiado mayor para dejar de vivir, de sentir, de soñar...
Milagros Domínguez