Pedro De Lorenzo y Macías
"Mi Salcedo", cuna y morriña del arzobispo
En mi infancia viví en Cabanas. Cerca de la mansión de SEBASTIÁN MALVAR Y PINTO. En el año 1949 nació allí mi hermana Teresa. Hubo que irse a otro lugar, costumbre en la posguerra. Volví a la parroquia de San Martín y escuché comentarios que en una urna de plomo guardaba el corazón de este señor, al lado del Evangelio de la Capilla Mayor.
Mi curiosidad me hizo volver a la iglesia y leí: "Aquí yace el corazón del Exmo. Señor D. Fray Malvar y Pinto, nació y se bautizó en esta parroquia, tomó el hábito de Nuestro Padre San Francisco de la Menor Observancia, en Salamanca a 5 de marzo de 1747. Fue Doctor y Catedrático de Teología en aquella Universidad. Obispo de Buenos Aires, Arzobispo de Santiago, Caballero, Prelado, Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III. Hizo a sus expensas el camino desde el Puente Valga al de San Payo. Falleció con general sentimiento en su palacio de Santiago a 25 de septiembre de 1795. De edad de 64 años, diez meses y un día. Se trasladó el corazón a este panteón el 17 de octubre del mismo año".
En el año 1778, ya consagrado obispo por Pio VI, fue designado a Buenos Aires. Embarcó en La Coruña hacia América en la fragata "La Princesa", acompañado de su sobrino Pedro Pedro Acuña y Malvar. (Otro gran personaje de esta maravillosa Parroquia). Les acompañaba su confesor Fray Pedro Guitián Arias y varias familias pioneras en Patagonia. Sufrieron muchos contratiempos.
Llegado a Montevideo el 28 de diciembre de 1778. Atravesó Sacramento y otras poblaciones. En 1779 se dirigió a la ciudad de Santa Fe, a San Nicolás de los Arroyos donde enfermó. Volvió a su sede en Buenos Aires. Observó la carencia de material y el penoso estado espiritual, debido a las enormes distancias entre poblados.
Ordenó erigir nuevas parroquias, mejorar las costumbres, incrementar la evangelización. Se preocupó de la reconstrucción de la catedral Porteña. Tuvo varios enfrentamientos con el Virrey Vértiz, criollo de tendencias renovadoras y con un cabildo catedralicio. Promovió los ejercicios espirituales, prohibió las corridas de toros y combatió el juego. Costeó los hospitales de San Martin y el del barrio de Monserrat. Construyó La Santa Clara de Ejercicios Espirituales; todavía en funcionamiento.
En 1784 fue nombrado Arzobispo de Santiago por los méritos alcanzados: sofocó la rebelión encabezada por el inca Túpac Amaru II. Su permanencia en el Rio de la Plata no fue muy larga, pero sí fructífera. Se alejó de Buenos Aires el 6 de febrero de 1784 rumbo a Montevideo y un mes después se embarcó a Cádiz.
Su llegada al puerto se vio envuelto, junto a su sobrino, en una grave acusación de contrabando: traían gran cantidad de oro sin registrar. Su gran ingenio afloró, como buen vecino de Salcedo:
- Este oro es de su Majestad, y está exenta de registro.
Ante esta aseveración entregaron el botín a Carlos III. Fue recibido en la Corte y convenció al monarca, que decretó: "Toda esta riqueza empléala en beneficio del país, de tu tierra".
¡Ya nuestro Paisano salió con la suya y asentado en Santiago! Ahora Arzobispo. Comenzó a realizar lo prometido. Inició la construcción de la
carretera de Valga a Puente Sampaio., siendo la más hermosa y perfecta entre las Europeas. Los mojones reflejaban en sus crestas, a modo de pirámide, relojes de sol, distando entre leguas. Quedan algunos resquicios de su trabajo. Entre ellos el "Puente Malvar". Recibió la "Gran Cruz de Calos III" en reconocimiento a su entrega en construcción. La Cruz estaba cubierta de diamantes; ordenó que se incrustaran en la esclavina de plata que cubre los hombros del Apóstol. (18-12-1789). Desapareció en misterio, por antojo de algún visitante.
Reparó los conventos de enseñanza y Franciscanos de Santiago, Iria Flavia, Convento de San Francisco de Pontevedra, la Capilla Venerable Orden Tercera, la capilla de San Antoniño de Barro. Y muchas más obras.
Nos quedan, en nuestro ayuntamiento, algunos de sus vestigios: su corazón encerrado en una urna en la Parroquia de Salcedo. Amenaza ruinas, está apuntalada.
Hemos visitado Cerponzones, caminando hemos hablado con los vecinos, pertenecían a la asociación "O Chedeiro de Cerponzóns. Nos mostraron diversos cruceros, dignos de estudio y clasificación. Llegamos al "Puente Malvar". Sencilla descripción "abandono y desinterés en su conservación".
Una vecina no se contuvo: -¡Los políticos son cans: "El perro del hortelano, ni comen, ni dejan comer"!
Fotografía: @ Juan José Esperón Recarey
Nos sorprendió. Hemos recogido sus comentarios: Que lo tiene que arreglar la diputación, fomento, patrimonio y entre ellos se marean el asunto y su puente, condenado al derrumbe.
- - ¿La iglesia de Salcedo en ruinas? Allí está el corazón del Arzobispo. ¡Es de vergüenza! Mire, mire, como está el puente. Hay un acuerdo de pleno municipal para solucionarlo. ¡Lo de siempre! Lo enviaron al baúl de los recuerdos. Esto en el año 2016. Ahora viene, ¡si! Vienen los aspirantes y nos consuelan con bellas palabras. ¡¡Queremos hechos!!
- ¡ES UNA VERGÜENZA QUE NO LO CONSERVEN! Recuerda a un pontevedrés que hizo más por la ciudad y provincia que todos sus ídolos. ¡Como es cura! Usted ya sabe. ¿Verdad? Les da alergia todo lo referente al clero.
La imagen habla por sí sola. ¿Por qué nos les autorizan a los vecinos el reconstruirlo? ¿No tenemos una escuela de canteros municipal que pagamos todos los vecinos? ¿Por qué no hablan claro los organismos competentes?
Definan qué estamento tiene que conservar nuestro patrimonio histórico.
Somos apolíticos. Sentimos un gran pesar el cambiar nombres de lugares por las ideologías del momento. Seamos solidarios y exijamos que se conserve los vestigios de un gran pontevedrés.
El Arzobispo Malvar y su sobrino Pedro Acuña Malvar, gran personaje en la corte de Carlos IV fueron grandes referentes de la historia de Galicia y de España en el siglo XVIII y XIX. Las grandes donaciones de sus familiares para el bien común de este Ayuntamiento. ¿No merecen un reconocimiento? ¿No sería mejor honor conservar el "puente" y restaurar la iglesia en que se bautizó y depositó su corazón?
Esta es una fría realidad en nuestros momentos. De todos dependen que se conserven vestigios de nuestra historia para nuestros descendientes.
Pedro de Lorenzo y Macías.