Pedro De Lorenzo y Macías
El carrito de María: "El globo"
Foto: "Pontevedra, o día que perdemos o mar". (Victor Freixanes/Xoán Vilar).
¡Aquéllos años de los 50! ¡Finalizaba la Peregrina, luchas entre nubarrones! Lluvia imprevista y escampes. Los niños disfrutábamos de los encantos de la Herrería. ¡Chaparrones! Se jugaba a las chapas en los soportales. ¡Tregua! Griterío y disfrute: "Panda, el que no suba panda", "al pañuelo", carreras y saltos desde la barandilla de San Francisco y otros lances.
Eran tiempos revoltosos, pero sin peligro: las bicis eran lujo, los patinetes no existían y el guardia vigilaba el orden y la convivencia. ¡Qué distintos tiempos!
Un domingo acompañamos a Andresillo a comprar un globo. Su hermana estaba de cumple. En el soportal dónde estaba la Cafetería San Francisco, se ubicaba el "Carrito de María". Nuestro atractivo, nos parecía un buhonero de las películas de entonces. Escondía misterios y tenía de todo.
María estaba rodeada de mozos; unos vestían de soldados, los otros de traje y corbata. ¡Estaba en su salsa, entusiasmada! Se acicalaba su peinado, componía su vestimenta… ¡Era un imán de enganche! Llevábamos un buen rato en una esquina del blanco carrito. Nos vio.
- ¿Qué queréis?
- Un Globo.
- ¡Toma! Luego me lo pagas.
María solía fiar, era muy espléndida. Nunca tuvo un moroso. Ya en la Oliva nos deteníamos; observábamos las ridiculeces de los mayores. Unas chicas, llenas de potingues y perfumes, paseaban erguidas, importanciosas, junto a unos jóvenes que pasaban de ellas. Repetían el mismo paseo varias veces. Pensamos estas se quedan solteras. No les hacen caso. Unos chicos iban detrás de sus sueños que pasaban de ellos. ¡Eran idiotas! No les decían nada.
Manolito le gustaba Rosita. Fue valiente. Se acercó y le dijo: ¿Quieres ser mi novia? Recibió dos buenas bofetadas. ¡Sí! Pero no hacía estas parvadas.
Andresillo empezó a soplar el globo. ¡¡PLAF, PLAF!! Lo guardó presto. Una señora, entradita en carnes, con velo y escapulario, le increpó: "¡Sinvergüenza, gamberro!" Nos quedamos de piedra. Corrimos hacia su casa. Entra y le dice a su mamá: "Me pegaron por hinchar este globo". Nuevas bofetadas. Nos largamos como centellas.
Al día siguiente Andresillo parecía un torturado por los apaches: "Maldito globo, paliza de la señora, de mi madre y el palizón.., ¡que palizón!, de mi padre. Vamos a pagar a María. No le compraré más".
Llegamos antes de la hora del vermut. María estaba sola; acicalaba sus cejas, repintaba sus labios, colocaba sus joyas, arreglaba sus uñas, ella y el carrito desprendía un raro perfume. Quería estar guapa para sus admiradores.
- Hola, María. Toma los cinco céntimos. ¡Menudo globo! Solo me proporcionó unas buenas azotainas. ¿Estaba embrujado?
- ¡Me equivoqué! Era un globo para mayores. Toma estos cromos. No me debes nada.
Nos fuimos confundidos. No cobra y regala cromos. ¡Qué extraño! ¿Qué será un globo de mayores?
Ellos no reciben bofetadas por comprarlos. Eso creíamos. La curiosidad era grande, pero el preguntar "muy peligroso". Nos quedamos con el misterio: "EL GLOBO DE MARIA".
Pedro de Lorenzo y Macías