Alexander Vórtice
Poetas de la red
A cierta edad uno ya no escribe por el qué dirán, por el qué va a suceder cuando lo mío sea desacreditado, ni siquiera por la cara de incendio que más de uno nos regala en el momento en que aseveramos que no estamos de acuerdo con todo lo anteriormente dicho.
A mis espaldas llevo décadas de tecleo y una gabardina de lagunas que me hace continuar hacia adelante pese a la lluvia en contra y los truenos de la incertidumbre. Leo y releo. Los clásicos siempre están ahí para salvarte de la soga y las conversaciones a media luz en las tabernas donde perdimos la cordura casi siempre me han salvado de derribarme ante las botas del contrario.
También están las redes sociales con sus círculos de egos bien nutridos. Yo las utilizo frecuentemente. Inserto mis escritos esperando que al menos un par de amigos se dignen a otorgarme un like. Hace años, si el susodicho "me gusta" no llegaba, me frustraba y me indicaba a mí mismo que no valía la pena el texto divulgado. Pero los años son valiosos si los sabes disparar y más valiosos todavía si sabes curarte las heridas.
Yo soy de los que leen también las obras escritas por otros cibernautas y me recreo en más de una publicación. No en vano me encontré hace años en Facebook con mi querido compadre Kabalcanty, poeta de estilo cortés que ruge cual fiera que anhela soportar lo imposible, lo etéreo.
En las redes nos podemos encontrar con Sara Basnik, joven poetisa cántabra que ha resuelto intentar manejar el oficio, aunque ya un par de editoriales hayan rechazado su obra. Aún así, ella aclara que intentará mejorar, darle más duro a su inspiración, a sus letras, hasta que llegue una editorial que sepa considerar el fondo de sus palabras, de su testamento de cordura cotidiana.
Basnik escribe:
"Yo, sólo soy yo misma y cada día gusto a más personas y a menos gente.
En las redes también conseguimos leer los poemas del poeta gallego Targus:
"Ahora que la soga me sostiene, acallan los latidos del asfalto y el sudor de los gatos heridos desciende como ríos de tinta eyaculada por la desidia…".
Y es que, tal y como verificaba el escritor Stanislaw Lem:
"Un sueño solo puede triunfar sobre la realidad si se le da la oportunidad".
Por lo cual, a todos esos jóvenes poetas y escritores que se ven rechazados una y otra vez por editoriales y demás corporaciones -supuestamente- eruditas, aclararles que al abandonar la lucha por los sueños propios sólo nos podemos encontrar con el más desalmado de los vacíos interiores.