María Biempica
Tengo cien historias
Confesaba hace apenas unos días la famosa actriz Natalie Portman al preguntarle sobre el escándalo de los abusos sexuales en Hollywood, que ella también fue víctima de discriminación en casi todo lo que ha trabajado de alguna manera: "Sí que tengo cien historias y creo que mucha gente está haciendo el mismo recuento".
Afortunadamente, somos muchas a las que ningún depredador sexual violó. Muchas a las que ningún compañero agredió, ni ningún jefe hostigó. Somos muchas las que no tuvimos que elegir nuestro momento de gloria a cambio de un "eterno" momento de suplicio. Pero hay tantas mujeres a las que a pesar de no buscarlo, a pesar de no quererlo, o de intentar evitarlo e incluso de querer ignorarlo, encontraron en el superior o en el mismo compañero de profesión o de vida, su particular diablo.
Pero sí. Como la propia Natalie deja entrever en su declaración, sí nos humillaron hasta cien veces de alguna manera. Sí nos hicieron sentir incómodas otras cien veces. Sí nos degradaron haciéndonos creer vulnerables. Sí nos ofendieron. Nos avergonzaron. Nos menoscabaron. Sí nos insultaron o menospreciaron con la única finalidad de empequeñecernos. Y nos hicieron estar alerta, aprendiendo a detectar el mínimo indicio de peligro o de amenaza, como única vía para salir indemnes.
No fuimos atacadas, pero sí desdeñadas hasta la máxima expresión. Y así nos criamos. Así crecimos, así evolucionamos, así triunfamos y así nos defendimos. Así nos sentimos, nos respaldamos y sobrevivimos. Muchas acompañadas…pero otras muchas sufriendo la más profunda de las soledades.
Y tanto la que les escribe como probablemente la propia Natalie somos conocedoras de nuestra inmensa fortuna, pues a pesar de las cien historias que les podríamos contar; estamos vivas.