Mario Varela
Estafados y sin reparación
Como hijo y nieto de trabajadores de Correos siempre he sentido cierta curiosidad las colecciones de sellos, pero no tanta como para
pensar que su valor se podía multiplicar hasta proporciones realmente escandalosas que enriqueciesen a quienes los comprasen. Quizás eso fue lo que pensaron los miles de pequeños ahorradores que se vieron atrapados por la estafa piramidal del caso Fórum Filatélico.
Estafados porque se les prometió lo que no se les podía dar, y sin reparación porque aún en el caso de que se pudiera recuperar parte
del dinero estafado, tocaría a unos ocho euros por cabeza. Al hilo de este tema, me vienen a la cabeza tres cuestiones rápidas que me
generan ciertas dudas.
Primero. Nuevamente la justicia llega tarde. ¡Once años de instrucción! Seguro que es un caso complejo y además el concepto garantista de nuestra justicia hace que todo vaya mucho más lento, pero son once años en los que muchos afectados han fallecido esperando una solución que nunca llegó, y que tampoco llegará.
Segundo. Esta versión castiza del timo de toda la vida, ¿no es el método de trabajo que tienen los bancos con sus depositantes? ¿Qué
ocurriría si todos quisieran retirar sus fondos en un momento dado? Pues que no habría dinero para todos porque con lo de unos pagan a
los otros. Por tanto, ¿por qué las estafas piramidales privadas son delito pero las bancarias están respaldadas por la ley? ¿Y por qué las de los bancos se sustentan en que alguien va a responder y ese alguien siempre es el Estado? ¿Por qué no se recata a los depositantes en vez de hacerlo con el propio banco?
Tercero. En este tipo de prácticas, la avaricia humana juega un papel muy importante. Por supuesto la de los estafadores, sin límites, pero
también la de los estafados, que no se quejaron cuando obtenían beneficios del 15%.
En todo caso, el hecho de que no se tratase de un producto financiero, no exculpa a la Administración de haber realizado algunos
controles. ¿Quién nos protege sino, ante este tipo de prácticas?