Beatriz Suárez-Vence Castro
Menos que micro
Llamamos micromachismos a aquellas conductas discriminatorias con las mujeres que, por estar socialmente aceptadas, no se consideran negativas. Ni las propias mujeres les dan importancia porque siempre han sido así. No nos gustan pero las aceptamos.
Aún peores que estas, son aquellas que nos gustan o parece que nos gustan pero que en realidad solo nos perjudican y que a nadie se le ocurre discutir. O que simplemente son absurdas. Ir siempre maquilladas. A diario. Con la raya puesta. Y sobre tacones. Una expresión se viene aplicando para esto en una acepción que no se entiende: Ir arregladas. Como si ir con la cara lavada fuese ir hecha unos zorros, y llevar zapato con suela regular, el primer paso hacia la indigencia. Llevar un aspecto cuidado, incluso agradable no llega: Hay que "arreglarse".
Si tu pareja es masculina, puede ir todo lo cómodo que quiera. Lo único incómodo que podría llevar, la corbata, ya no es requisito imprescindible en muchos sitios. Pero el tacón sí. Los zapatos masculinos innovan poco pero el femenino innova una barbaridad: tiras, borlas, flecos, pompones, lazos. La mayoría de las modelos de zapatos aparecen sentadas o como mucho de pie, pero no las verán andando porque se irían de bruces. Cada vez hay más innovación también para el tratamiento del dolor del pie de la mujer y sus deformaciones. Normal. Causa y efecto.
"El maquillaje cubre la imperfecciones", podemos leer en los anuncios. Para las imperfecciones, entiendo, es mejor procurar, en la medida de lo posible, prevenirlas: Cuidar la alimentación, no exponerse demasiado al sol, visitar al dermatólogo, limpiarse el cutis, hidratarse la piel, etc para no tener que ir luego más barnizada que una puerta. Esto sin contar el efecto devastador que sobre la autoestima de una mujer maquillada "para cubrir sus imperfecciones" tiene, forzosamente, desmaquillarse. La última imagen antes de irse a dormir, suponiendo que lo consiga, puede ser por comparativa con la anterior, muy deprimente.
A mí siempre me ha parecido además que un maquillaje exagerado tiene el efecto contrario al esperado, como si te pusieses una careta. Lo que no quiere decir que maquillarse con el producto adecuado y en cantidades normales sea favorecedor. Pero siempre te queda la duda de qué habrá detrás.
Los productos que menos entiendo son los de los "efectos". Aparecen definidos en inglés, para impactar más a la consumidora. Desde el famosísimo wonderbra que te ponía el pecho a la altura del cuello, hasta los más recientes pantalones "efecto Push up", que quiere decir ni más ni menos que levanta el culo cuando te lo pones. Cuando te lo quitas, lógicamente vuelve a estar donde estaba. ¿No sería mejor procurar mantener el culo a una altura adecuada, con ejercicio, por ejemplo? Está también el pantalón "Slim fit" que hace la pierna más estilizada a base de reafirmarla, apretando. Luego al llegar el verano nos recuerdan que lo peor para la celulitis es el abuso de prendas apretadas y los tacones. A los hombres los dejan en paz porque no tienen ningún tipo de faja reductora para las barrigas cerveceras. Si no tienen tableta abdominal siempre les queda el recurso de ser un fofisano.
En resumen que todo, todo, en cuestión de imagen tiene un solo objetivo: tiranizar a la mujer para que sea esclava de su aspecto, compre productos que le machaquen el cuerpo mientras es joven y cuando sea mayor se compre otros para arreglar los estragos de los primeros. ¿Nunca han visto a una chica joven pretendiendo bajar unas escaleras en tacones o intentando correr con ellos y queriendo estirar al mismo tiempo la falda para que le permita mover las piernas? Lo hace con una sola mano porque en el otro lleva la cartera, que es más un adorno que otra cosa porque no le cabe nada de lo que necesita llevar. Su novio le lleva el resto en los bolsillos y va apurando el paso con sus pantalones sueltos, sin "efecto push up" y sin pizca de stress. Así, como siempre ha sido. Lo normal.
Luego está el tinte del pelo. A un hombre las canas lo hacen "interesante". A nosotras siempre se nos ha dicho que nos ponen diez años encima. Aunque haya mujeres con un pelo blanco brillante mucho más bonito que cualquier rubio de frasco. Raro es el tinte que no causa enrojecimiento o picor al ponérselo pero ahí estamos, aguantando como jabatas tres horas de peluquería mientras al chico de al lado le dan dos tijeretazos y se va a casa con sus interesantes canas al viento.
No tenemos remedio. Nos han dicho "para presumir hay que sufrir" y a ello nos dedicamos con extraordinario fervor. Para quejarnos luego y, aun así, seguir haciendo lo mismo. No vaya a ser que te digan la otra frase más oída en el universo femenino: "Mujer, ¿ como no te arreglas más, con lo mona que eres?" que antes de que te dé tiempo de contestarle ya te dicen la segunda más oída: "Mira fulanita, que no vale nada, la pobre, pero sabe sacarse partido".
Pues eso: menos que micro. Contra las mujeres. Y, muy a menudo, lo que es peor: desde las propias mujeres.