Félix Hernáez Casal
Juntos lo haremos
Todavía no se han apagado del todo los sonidos de la contienda en Barraña cuando empiezo a escribir estas líneas con los dedos un poco temblorosos tras la tensión de los últimos minutos.
Era un partido en el que vencer podría haber conllevado la clasificación matemática para el play off si Ponferradina y Valladolid empataban su partido. Pero también era un encuentro en el que una derrota combinada con la victoria de cualquiera de los rivales (especialmente del club berciano por motivos de calendario) colocaba al Pontevedra CF en una situación muy complicada que pocos imaginaban antes de disputar aquel famoso partido de Somozas.
La tercera posibilidad, el empate en Boiro, aparecía antes del choque como satisfactoria para los intereses granates pues pasara lo que pasara en El Toralín ese punto permitiría al equipo meterse cuarto ganando a la Arandina en el estadio Municipal de Pasarón. Y la verdad es que el Pontevedra volvió a hacer (como en otras ocasiones fuera) lo que nunca debe realizar un equipo que se juega tanto sobre el césped, regalar un gol en los primeros minutos.
De poco valió tras encajar ese absurdo tanto protagonizar una más que aceptable primera mitad en la que se empujó, se crearon algunas opciones para empatar sobre todo a balón parado y no se volvió a permitir que el rival pisara el área de Edu casi hasta el último minuto del primer tiempo. El error ya se había cometido y el Boiro había cogido el aire y la confianza que necesitaba al verse por delante en el marcador.
Tras el descanso la cosa no fue a mejor sino todo lo contrario. El Pontevedra trató de apretar como en el primer tiempo pero en ningún momento pudo controlar un encuentro en el que el Boiro se mostraba más cómodo y en el que tuvo varias opciones claras para sentenciar.
Pero esa fortuna que otras veces nos fue esquiva sí nos acompañó esta vez en el día de ayer. Cuando el partido estaba más para el 2-0 que para otra cosa un balón suelto en la frontal del área es conectado por la pierna izquierda de Jacobo Millán (olvidado desde hace un par de meses pero que ayer apareció sorprendentemente como segundo relevo de Luisito) y se cuela en el fondo de las mallas de un Guillén que pudo hacer algo más.
Quedaban poco más de diez minutos y ese gol rescataba al Pontevedra de una nueva derrota a domicilio. Y lo cierto es que en ese tramo final del partido el equipo si mostró bastante tranquilidad y saber estar para domar los últimos ataques de un Boiro al que el empate no le valía tanto. Fue en ese instante en el que apareció Iker Alegre (que había salido al comienzo de la segunda parte) para dotar de experiencia y calidad al juego granate y demostrar lo trascendente que habría sido su presencia en la temporada si esa maldita lesión de rodilla no lo hubiera tenido desde Septiembre lejos de los terrenos de juego.
El gol del triunfo de la Ponferradina conseguido casi al final no hizo sino dotar de mayor dramatismo a esos minutos en los que la diferencia entre empatar y perder era mucho mayor de lo que un simple punto parecía demostrar.
Sin sobresaltos de última hora llegó el pitido final de un ayer hogareño colegiado y desde ese mismo momento toda la familia granate no tiene ya más ojos que para el encuentro del próximo Sábado contra el descendido Arandina.
No creo que a estas alturas (tras lo sucedido en As Somozas y ante el Coruxo) exista ningún aficionado granate medianamente informado que crea que "la misión sabatina" vaya a resultar fácil. Ni el descenso matemático del rival, ni la cantidad de goles que lleva encajados ni ninguna otra circunstancia debe permitir que absolutamente nadie se relaje ante el encuentro más importante de la temporada. El Arandina vendrá aquí a tratar de "hacer la puñeta" y tenemos que ser absolutamente conscientes de ello. Ahora bien, una cosa es resaltar lo anterior las veces que resulte necesario y otra es no reconocer que el Pontevedra CF cuenta con argumentos más que de sobra para ganar el partido del Sábado y certificar su inesperada clasificación para la fase de ascenso. Eso sí, será un encuentro en el que hay que defender bien (sí, no me he vuelto loco he dicho defender). El día del Coruxo el equipo dilapidó innumerables ocasiones para ganar el partido de forma holgada. Muchas fueron las que se fallaron pero una fue la que entró y la que en ese momento nos daba los tres puntos. Pero luego no se cerró el choque y se permitieron a los vigueses unas opciones en ataque que no desaprovecharon para conseguir un punto que a pesar de lo que dijeron no les valía para nada.
Fueron minutos los transcurridos desde el gol de Abel hasta el final llenos de nervios, precipitación y excesivo dramatismo. Ese es el error en el que no debemos caer frente a los burgaleses. Tendremos noventa minutos para ganar el partido y además de mostrar un porcentaje mayor de acierto en las conversión de las oportunidades que a buen seguro el rival nos concederá, resultará igualmente importante no conceder atrás y mostrarse sobrios y seguros en la retaguardia.
Estamos a un paso de lograrlo y no hay mejor escenario para conseguirlo que en nuestro Estadio, con la afición animando y si es posible tranquilizando con su aliento a los jugadores en aquellos momentos complicados del partido que a buen seguro aparecerán. Está en juego la clasificación para un play off de ascenso a segunda división y al margen de la segunda vuelta realizada por el equipo, los puntos con los que se consiga el objetivo, el dudoso papel que se pueda protagonizar en la fase o argumentos similares, lo cierto es que cristalizar la cuarta plaza es importantísimo para todos los que nos sentimos granates y el Sábado puede y debe ser el día en el que siete años después volvamos a situarnos entre los 16 conjuntos que pelearán por un sueño común, abandonar esta insoportable categoría.