Manuel Pérez Lourido
Pendrives: los carga el diablo
Voy a escoger un objeto al azar y a escribir sobre él. Los objetos también tienen derecho a protagonizar algo dentro de su estática y siempre azarosa existencia. Tengo delante un pendrive o memoria usb o lápiz de memoria, o memoria externa, o lápiz usb. Pocos objetos pueder presumir de tener tantas denominaciones. La mayoría de ellos no lo hacen, lo de presumir digo, porque son objetos y los objetos no hacen esas cosas; deberíamos aprender de ellos, deberíamos ser un poco objetos. Yo quiso ser un hombre-objeto para ligarme a mujeres-objeto y recuerdo que ese empeño comenzó en mi adolescencia. No llegué ni a pendrive objeto. Bueno, por entonces tampoco había de eso. No ligábamos a traves de las redes sociales, echábamos las redes en las discotecas y fiestas y excursiones escolares. Yo me pasaba años enteros remendando las redes, convencido de que tenían los huecos demasiado grandes. Ah, qué tiempos aquellos.
Pero estábamos con la exaltación y loa de un objeto modesto pero de enorme utilidad como el pen drive. Un pequeño protagonista del devenir político de nuestro país: ahí tenemos el pendrive de Bárcenas. O el de los Pujol, que contenía 868 archivos, y apareció milagrosamente en dependencias policiales tras hacer limpieza en unos cajones y armarios (ya se sabe que la Polícia limpia las calles pero no los cajones).
Y luego está, dentro del sumario de la Púnica, el hallado por la UCO en casa de un gerente del PP en la época de Esperanza Aguirre. En este había datos de una supuesta caja B. Nada más que cinco milloncejos de procedencia desconocida. Esta pobre Esperanza. Mira que tener que dimitir por culpa de las ranas que tenía a su alrededor. No es bueno reunirse con batracios, fomentar su ascenso político, confiar en ellos, dejarles hacer cosas de bratracios... aunque lo cierto es que Esperanza ya no estaba para muchos trotes: daba claras muestras de principio de alzheimer cuando le preguntaban por las cosas de los batracios.
Pero volvamos a lo importante: o sea, que un pendrive es un objeto de lo más simplón, de lo más periférico (de hecho, es un periférico) salvo cuando dentro oculta dinamita. Lo que para algunos es basura para otros es dinamita, nunca llueve a gusto de todos. Hay quien ya anda diciendo que los pendrive los carga el diablo.