Félix Hernáez Casal
Tarde de contrastes
La jornada terminó como todos los seguidores granates deseaban, el Pontevedra CF con siete puntos de margen con la SD Ponferradina derrotada con amplitud en el estadio del Racing de Santander.
La felicidad para la parroquia granate debería haber sido completa con este panorama tan esperanzador de cara a los nueve últimos partidos del campeonato pero una vez más los problemas físicos de Mario Barco impidieron la alegría total para la familia pontevedresa.
No llevaba demasiados minutos en el campo cuando en una jugada en la banda de tribuna, cerca de la línea de medio campo, el delantero se llevaba la mano a la cara posterior de uno de sus muslos y dejaba claro para todo el mundo que algún músculo de su pierna había dicho basta y que su concurso en el encuentro (y en varios de los que se avecinan) había llegado a su fin.
Esa circunstancia que casi nadie olvidaba al finalizar el partido y que ponía una mancha en una tarde positiva para el Pontevedra contrastaba con la satisfacción con la que los aficionados (otra vez escasos para la situación maravillosa del equipo y que ya convierte en preocupante la respuesta global de la gente) recibían el pitido final del colegiado y la ovación más que merecida con la que premiaron el encomiable esfuerzo de sus jugadores. Pero ese contraste, esa sensación un tanto contradictoria, no fue el único vivido en Pasarón en la tarde ayer.
El primero vino provocado por la diferente sensación ofrecida por el Pontevedra en cada una de las partes del partido disputado ante el filial del Valladolid. En la primera parte, después de marcar el primer gol pronto, el Pontevedra cedió la posesión del balón a su rival pero lejos de conseguir robar en zonas peligrosas e hilvanar contraataques con veneno, el equipo no terminó de asentarse en ningún momento y se sacudió la pelota sin contemplaciones transmitiendo algo de nervios o inseguridad a una grada que se contagió de esa incomodidad de su equipo hasta que Kevin Presa fabricó un señor gol que acabó con ese ambiente un tanto enrarecido.
Realizó el centrocampista de Ponteareas un encuentro realmente extraordinario. A ese trabajo incansable que suele realizar Kevin en todos los partidos, equilibrando y dotando de consistencia al medio campo granate, adjuntó los dos goles que subieron al marcador para completar una labor sobresaliente. Si bien en el primero de los tantos contó con la fortuna de rebotar su lanzamiento en un jugador contrario para despistar al guardameta, en el segundo su golpeo desde fuera del área resultó majestuoso y terminó por encauzar definitivamente una victoria que ya no se escaparía.
Pero como era una tarde de contrastes, lo normal es que el Pontevedra que no jugó bien y transmitió su incomodidad en la primera parte acabara dicho tramo del encuentro con dos goles a favor. Y que en la segunda no fuera capaz de aumentar su ventaja a pesar de que fue mucho mejor jugada por los granates los escasos minutos que estuvo con once jugadores y los muchos que estuvo con diez.
Porque pocos podían pensar que el partido podía complicarse cuando en una acción en los primeros minutos del segundo tiempo Bruno primero y Eneko después tuvieron el 3-0 al alcance de sus botas. Pero el fútbol es a veces caprichoso y en la siguiente jugada del partido el bravo central pontevedrés (que bajaba a defender tras la ocasión mencionada) colocaba una de sus botas a la altura de la cabeza de un rival en una entrada quizá involuntaria pero claramente peligrosa y veía la tarjeta roja directa dejando al equipo con uno menos. No se había recuperado todavía el Pontevedra de esa circunstancia cuando llegaba la lesión ya comentada de Barco que había salido pocos minutos antes al césped para suplir a Mateu.
En ese momento todo parecía que podría torcerse. El Valladolid que antes de la expulsión parecía medio muerto volvió a tomar el balón y el Pontevedra veía como se quedaba sin referencia atacante por las malditas lesiones que han decidido cebarse con el '9' riojano. Pero en ese instante, a falta de más de media hora para el final, apareció ese Pontevedra solidario, unido y trabajador infatigable que tanto gusta y enorgullece a sus seguidores.
Con Trigo acompañando a Portela en el centro de la defensa y con Añón como punta tras la baja de Mario Barco, todos los jugadores granates alcanzaron su mejor rendimiento para neutralizar cualquier intento pucelano para nivelar la contienda.
Desde Edu que desvió con acierto el único lanzamiento realmente peligroso del Valladolid B y que luego siempre estuvo en su sitio para atajar otros balones más sencillos, pasando por Portela que se vino claramente arriba en esa fase del partido y un Trigo inconmensurable; por los laterales que no dieron opción al desequilibrio por banda, siguiendo con el ya citado Kevin que siguió bregando y corrigiendo sin descanso al lado de un Abel que se zafó con denuedo en una labor más oscura de la que suele protagonizar para finalizar con un Añón que subió muchos enteros al ocupar la punta de ataque y que acabó sin un gramo de fuerza y un Alex González que volvió a desbordar por la izquierda y protagonizar dos o tres internadas plenas de calidad en el regate, el Pontevedra completó una segunda parte admirable y jugada en bloque para terminar de cristalizar una victoria importante que nos coloca con esos siete puntos de ventaja con nuestro más inmediato perseguidor.
Ya se ha hablado en esta columna más que de sobra de los efectos o de la importancia de Barco para e juego de ataque pontevedrés y de que esa dependencia se hace más evidente fuera que en casa (ayer se lograron dos goles sin su presencia sobre el campo). Pero en este punto de la temporada, con nueve partidos por jugarse y esa diferencia tan interesante con la Ponferradina lamentarse ya no tiene sentido.
Lo que toca ahora es redoblar esfuerzos y si es posible alcanzar la labor colectiva de la segunda parte de ayer en la que el Pontevedra afrontó los problemas que el partido le puso inesperadamente por delante para superarlos con determinación y confianza en sus posibilidades.
Sean los que sean los partidos en los que "Super Mario" cause baja por este dichoso pinchazo muscular lo que parece claro es que no podemos permitirnos otra vez acumular varios partidos sin meter un solo gol. En ese sentido, no es desdeñable la opción de Añón en punta de ataque (posición en la que ha jugado a lo largo de su carrera en ocasiones) y en la que cada vez que es ubicado en ella transmite peligro y preocupación a las defensas rivales.
Sea como fuere, el próximo fin de semana en Pamplona el equipo tendrá una ocasión pintiparada para desmentir a aquellos que pensamos que lejos de casa existe claramente la barcodependencia. No saben ustedes las ganas que tengo que "redacten" tal desmentido tras perforar la portería rojilla en más de una oportunidad.