José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: La ley del Mercado
Su empresa es la primera en el ranking autonómico de beneficios. También dobla a la segunda en todas las cuentas de resultados y rentabilidad. Su máximo responsable acude a todos los foros siendo recibido con fervor y entusiasmo por todos los círculos económicos y empresariales.
Alberto era un trabajador de esa empresa; un ingeniero industrial, diseñador y comprobador en la planta de fabricación de productos aerodinámicos, y elementos de seguridad que la multinacional a la que van destinados los tiene como referentes a nivel internacional.
Su horario real de trabajo, 12 horas diarias y sábados alternos con un sueldo neto de 1.156 euros. Le gustaba lo que hacía, pero no se sentía reconocido económicamente. Sabiendo de su valía, y que sus jefes lo felicitaban continuamente por su buen hacer, decide un buen día pedir un aumento de su salario.
- - Tienes razón, pero tú sueldo es elevado, observa a los becarios, si te comparas con el resto de la población española eres un privilegiado, el mercado es el mercado, le transmite con toda gallardía el jefe desde su atalaya de 30.000 euros al mes.
No puede ser, tiene 38 años, pareja y quiere formar una familia. No alcanza a entender la situación. Muy enfadado, decide enviar su curriculum a una multinacional del norte de Inglaterra, que no duda en hacerle una oferta inicial de 4000 libras esterlinas mensuales. Valora la oportunidad, y con mucho dolor por dejar su familia, entorno y clima deciden coger el vuelo para una nueva vida.
Sabedor de ésta circunstancia el “empresario” del año, lo llama a su despacho y le transmite que es muy importante su labor (es imprescindible) y que por ello le duplica su sueldo si decide quedarse.
Alberto echará de menos muchas cosas pero en el nuevo país, ve posibilidades de seguir creciendo cómo profesional, y no tener que mendigar lo mínimo que le corresponde.
Éste artículo relata un caso real utilizando personajes que existen con nombres ficticios.