José Benito García Iglesias
Otras fiestas de la Peregrina. Los Juegos Florales de 1911
Dentro del marco de las fiestas de la Peregrina, en agosto del año 1911, se celebraron unos extraordinarios e inolvidables Juegos Florales. La presentación se celebró el viernes 25 de agosto, a las nueve y media de la noche en el Teatro Principal, el aspecto era magnífico, abarrotado por numerosa y distinguida concurrencia. La prensa local de la época nos lo relataba así: "faltaban las palabras y no se encontraban frases para pintar o relatar el derroche maravilloso de una solemnidad artística, cuando se trataba de una fiesta como la acontecida la noche anterior. La ponderación no cabía y el golpe de vista que ofrecía el Teatro Principal, desde cualquier lugar donde se dirigiera la mirada a la sala, era soberbio. Entre los poetas premiados destacamos a D. Gerardo Álvarez Limeses, a quien se le concedió el Premio de Honor, por el trabajo nº 233, Los dos copos, que llevaba por lema Amar es renacer".
Memorables fueron las fiestas de aquel año ya que, además de los Juegos Florales, se celebró la Gran Semana de la Aviación, donde el célebre aviador Léonce Garnier, con su magnífico monoplano Blériot XI, realizaría arriesgados y notables vuelos en dos sesiones, los días 20 y 23 de agosto, en el campo de la Junquera (hoy Pasarón y aledaños), alcanzando los 300 metros de altitud, con descensos sobre el público que les hacía estremecer.
Traer esta novedosa exhibición aérea a Pontevedra no fue tarea sencilla. Garnier había firmado con nuestra ciudad un contrato de exclusividad de actuación en la zona, pero, una vez firmado, la ciudad de Vigo se interesó también por las acrobacias del piloto y este también se comprometió a volar en la ciudad olívica, por lo que hubo una fuerte pugna entre Vigo y Pontevedra debido al intento del piloto de incumplir con nuestra ciudad el contrato de exclusividad. Ante tal situación se vieron obligados a intervenir el alcalde D. Javier Puig y el Gobernador D. José Boente, al final el piloto francés decidió cumplir el contrato inicial volando, únicamente, los dos días en Pontevedra. Eso conllevó a la dimisión de todo el pleno del ayuntamiento vigués como protesta.
Cuentan las crónicas de la época que la concurrencia de forasteros a la ciudad fue arrolladora, y que los hoteles y las casas de comidas tuvieron que cerrar sus puertas para impedir que fuesen abordadas por el público.
Continuando con los actos, el día 27 se organiza frente al Palacio de la Diputación, a las diez y media de la mañana, una procesión cívica que, recorriendo el itinerario previsto, se dirige a la plaza del Ayuntamiento donde se descubrirá, con toda solemnidad, el monumento a los Héroes de Puentesampayo.
Un hecho extraordinario, a la vez que arriesgado y no falto de una elevada dosis de peligro, fue la participación del cañonero de la Armada Hernán Cortés al mando del comandante Seoane, que fondeado al pie del puente de La Barca, realizó las correspondientes salvas de ordenanza, 21 disparos de cañón, al descubrirse el monumento.
Fue a iniciativa del parlamentario D. Eduardo Vincenti Reguera y del Centro Gallego de Madrid, como se iniciaron las acciones pertinentes para erigir el monumento a los héroes de la "Batalla de Pontesampaio". El 9 de febrero de 1909, el Consistorio pontevedrés acuerda concederle una subvención de 500 pesetas y, posteriormente, aprueba la aportación de la piedra de granito que servirá de soporte a las figuras de bronce acaudilladas por el oficial Pablo Morillo y obra del escultor Julio González Pola. La iniciativa de Vincenti fue secundada por otros patrocinadores y colaboradores del proyecto escultórico, entre los que destaca Javier Puig Llamas, alcalde de Pontevedra en aquella época, quien también fue presidente de la Diputación, decano del Colegio de Abogados y fundador de los Boy Scout de Pontevedra, (en él se basa el personaje de Javierito Flama, en la obra de D. Alejandro Pérez Lujín, "La Casa de la Troya"). Así como el entonces presidente del Senado, Montero Ríos.
Todos ellos pronunciaron los discursos en el acto de inauguración del monumento el 27 de agosto de 1911. El gobierno de S.M. Alfonso XIII, que también cedería los bronces necesarios para la ejecución de la escultura, concedió paralelamente una medalla conmemorativa de los combates de Pontesampaio. En la documentación oficial también se recoge la aportación de fondos de muchos particulares para sufragar la obra.
Para rematar estas fastuosas fiestas de la Peregrina de 1911, como plato fuerte y broche de oro, fue la inauguración de la Avenida de Buenos Aires, obra realizada y sufragada por el insigne filántropo, natural de Viascón (Cotobade), Don Casimiro Gómez.