José Antonio Gómez Novoa
Ventana Indiscreta: Realidades
Hay dos extrañas escenas que martillean mi cerebro en estos últimos días, la salida de prisión de Isabel Pantoja, condenada por blanqueo de dinero (es decir, por estar lavando dinero de procedencia ilícita) a dos años de prisión y multa de 1,1 millones de Euros, y la entrada en prisión de Enrique condenado a 6 meses por un delito menor, en su juventud, vivía en un barrio marginal, y cometió hurtos vinculados con el consumo de sustancias tóxicas (marihuana, éxtasis). En aquel momento no tuvo ningún tipo de sanción.
Hoy después de 7 años, Enrique tiene trabajo, compañera y dos hijos que lo acompañan a su ingreso en prisión. Su vida está encauzada, tiene un salario de 900 euros que le alcanza con trabajos aislados de su esposa para ir tirando.
El modelo de todos a la cárcel, y sin segundas oportunidades que se promueve desde los poderes públicos, y que buscan más el castigo que la reinserción social se ve reflejado en la sanción penal extemporánea al ciudadano Enrique.
Algo grave pasa a nuestra sociedad cuando se jalea a Isabel Pantoja, incluso a la puerta de la prisión (reina, guapísima, champán, gritos de alegría y sonrisas). Amparamos con nuestro voto a personajes imputados/investigados por corrupción. Y, en cambio abandonamos a su suerte a Enrique, que pierde su trabajo y no hay nadie que lo espere salvo su mujer, y dos niños que lloran desconsolados al no entender el porqué.
Se criminaliza la pobreza, lo marginal y poco se ha hecho para que los corruptos, blanqueadores de capitales, delincuentes de cuello blanco, reintegren a la sociedad lo defraudado y cumplan sanciones penales de acuerdo a la gravedad de su delito.
@novoa48