Tribuna Viva
Señor Corbatas
Una ciudad bien vista, sin mucho que decir pero orgullosa. Los conflictos obreron no existen en la tranquilidad, con una sola fábrica y unos astilleros nada despreciables. El grueso de asalariados son del estado, funcionarios. Pero por una vez resurgió lo que en un tiempo era habitual. Cuando los políticos locales les quisieron quitar el trabajo, los trabajadores de la única fábrica salieron a la calle en defensa de sus puestos. Junto a sus jefes (que tenían otra fábrica lejos), idearon una buena movilización y una gran campaña de comunicación, y tras muchos nervios consiguieron que el presidente les otorgara una prorróga a su modo de vida, por 60 años, más que suficiente para tener un sitio donde morir. En venganza, los políticos locales iban a declarar "persona non grata" al presidente. Como obreros, saben que no tienen el poder político y que necesitan probar tácticas diferentes para luchar por su derechos. Cuando se iba a formalizar en el pleno de la elegida democracia, fueron al ayuntamiento para impedirlo físicamente.
Al otro lado de la plaza del ayuntamiento había un grupo de personas, un movimiento. Venían de sitios de donde no tenían que preocuparse por el trabajo y podían dedicarse a otros menesteres, decían los obreros. Ellos contestaron que o cambiaban todo o se abocaban al desastre. Qué sabrían ellos del desastre, que vivían en la bonita ciudad, y no se habían jugado nunca el pan. Idealistas, contestaron en definitiva los trabajadores. En el mismo bando de los obreros estaban los dirigentes del partido. Acababan de abandonar el pleno para "no participar del teatro". Lucían una corbata azul, la misma que la del presidente. Uno de los trabajadores se extrañó, pero pensó que no debía ser tan raro cuando varios de los jefes también la habían llevado. Así terminó una batalla más.
El mismo empleado se levantó al día siguiente con legañas para ir a trabajar. Todavía en duermevela, creía recordar que hacía poco los compañeros de la otra fábrica habían preparado una huelga contra los jefes, y que éstos se hacían favores con el presidente. Recordaba que en su propia fábrica habían perdido el 20 % del personal. Se sacudió, abrió los ojos y leyó la primera noticia del periódico antes de marchar. Se vio en portada, y al lado suya estaban los políticos de corbata azul. La siguiente noticia informaba cómo le iba a su partido un juicio por corrupción, y que el presidente contestó "creo que me ha hecho más daño que las políticas económicas que he tenido que tomar". ¿Qué medidas, si los estaba defendiendo, junto a ellos? El presidente, serio y sobrio, que solo quería volver en un futuro a su hogar sin lujo. Que como moneda de cambio había sido agredido y declarado no bienvenido. Recordó entonces cómo los del movimiento y los locales le querían quitar su trabajo. Lo anterior debían ser solo sueños: La huelga, la corbata, los jefes y la corrupción. Se terminó de despertar al salir por la puerta y, tras ella, los recuerdos fueron desechados.
Pablo Fernández Fernández