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Insultar a tu empresa en público, no es buena idea
Tal y como la mayoría de españoles tienen una opinión sobre quién debería de estar en la selección española de fútbol, la mayoría de los trabajadores tienen una idea sobre lo que su empresa hace mal.
Si la empresa es un poco lista, debería recoger esas sugerencias internas, esos descontentos, canalizarlos y convertirlos bien en ideas de mejora o bien en explicaciones de mayor o menor intensidad de porqué se hacen las cosas de una manera y no de otra.
Hay empresas con las que no se puede hablar y temas que no son mejoras colectivas, sino reivindicaciones individuales. Pasar de tener dificultades en el diálogo privado a comentarlo a gritos en las redes sociales, o poner una pancarta en la plaza del pueblo, supone un trecho más largo de lo que parece, trecho que hay que recorrer con prudencia.
Al Tribunal Superior de Justicia de Murcia llegó el asunto de un trabajador de una empresa de transportes que no dudó en hacer público que su empresa le adeudaba salarios y su radical disconformidad con la forma en la que trataba a sus empleados, incluyendo afirmaciones sobre agresiones por parte del gerente.
Lo hizo público a través de Facebook, además de con un cartel ante el juzgado y el ayuntamiento. Su intención era poner en evidencia a la empresa y conseguir con esa presión una solución para sus problemas. La empresa no dudó en despedirlo disciplinariamente. De alguna manera, el problema se resolvió.
La empresa le debía dinero, ese era un hecho cierto. Aunque lo que el trabajador propagó a los cuatro vientos no se limitaba a poner en público el conocimiento del incumplimiento de la obligación de pago de salarios, también acusaba explícitamente a la empresa de acoso a sus trabajadores, de agresión física directa del gerente y de apropiación por parte de la empresa de la prestación por IT (Incapacidad Temporal), -prestación que uno cobra directamente del INSS si la empresa no la paga-.
Cuando uno escribe esas cosas en un cartel, o las enlaza en Facebook, la defensa de que fue un calentón se desdibuja, como se desdibuja el hecho de que el círculo de afectación de la fama de la empresa o del empresario sea reducido. Lo que se afirma categóricamente y puede perjudicar debe ser absolutamente cierto y, en lo posible, aséptico. Tanto más cuanto más público sea. Siendo ciertos los hechos, que sean ofensivos para la fama de la empresa no es responsabilidad de quien lo cuenta, sino de quien lo hace. En este caso las agresiones del gerente no solo no fueron demostradas, sino que un juicio de faltas lo calificó como agredido y no como agresor.
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Sonia Canay. Departamento Jurídico-laboral de SIGA