Manuel Pérez Lourido
Microhistoria del rock
Hay tanto mitos alrededor del mundo de la música rock que a veces resulta complicado distinguir a esta de entre aquellos. De hecho, entre el 60 y el 70 % de la música rock lo integra el mito. Por ejemplo: salir a tocar medio mamado es al rock and roll como una raíz cuadrada a la cuenta de la vieja. La vida está hecha de exageraciones fantásticas y de exageraciones estúpidas, hay que saber hasta dónde estirar la cuerda, eso es todo.
En los pantanos de Louisiana creció el cajun y en los pantanos de la imaginación nació el alarido primigenio del rock and roll. La culpa fue del country y del rythm&blues. Esto hay que recordárselo a lo denostadores profesionales del country y a la madre que los parió. (Lanzo limpio esputo invisible a una invisible escupidera). Hubo en la salsa también folk y jazz, y hasta clásica. Pero, a lo que íbamos: antes de la gallina fue el huevo. Luego la gallina puso huevos de oro: ya sabemos todos la historia. Del huevo salió un tipo engominado y salvaje, aunque al principio era modosito y tontorrón, con gruesos labios de negro y gruesa voz de negro, con pelvis de negro y con el xisgarit de los negros, pero blanquito. Gritó I'm all shook up y antes de llegar al uuh uuh uh América estaba patas arriba.
Vale, no fue así, pero no digan que no queda bonito...
La cosa fue en el show de Milton Berle, en el medio de una gira. El tal Berle que lo convence para que salga sin la guitarra "y que te vean, hijo, que te vean". Envalentonado, el todavía príncipe se pone a bailar Hound dog abriéndose de piernas y moviendo el pie de micro de un lado a otro, los brazos como aspas de molino. De paso, cantaba la canción con esa voz de chicle que se queda pegada en el cerebro y que era celebrada con gorgoritos de placer exudados por las jóvenas presentes en el plató. Así arrancó todo. En vivo y en directo, como mandan los cánones.
Luego el rock and roll se dejó llevar por el roll y aparecieron los enrrolladísimos hijos de los beatniks y además amantes de las empanadas lisérgicas: los hippies. La Generación Beat llegó cuando algunos hippies se pusieron serios y compraron corbatas. Echaron tripa y gafas de pasta y empezaron a dar aullidos y a escribir libros sobre sus dudosas hazañas bélicas a lo largo y ancho de América una y no cincuentayuna. Algunos eran más chuzas que decirlo. Dos de ellos (Carl Solomon y Allen Ginsberg) se hicieron amigos en un psiquiátrico.
Los principales grupos de rock del planeta rock tuvieron su etapa hippie y algunos no salieron de ella, lamentablemente (Joplin, Hendrix, Morrison...). Le rezaban al dios del hedonismo y en el verano de 1967, el verano del amor, montaron un festival en San Francisco al que tenían que acudir con flores en el pelo (así lo cantaba Scott McKenzie). El ejército los vigilaba por el rabillo del ojo (de los fusiles) porque se habían puesto tontos con las protestas anti Vietnam war. Todo salió tan bien que en agosto del 69 decicieron ir en peregrinación a un lugar llamado Woodstock, estado de Nueva York, donde montaron algo que años más tarde, cuando apareció la palabreja, podría ser definido como "un pifostio". Lo cual demuestra la eficacia de algunos términos ajenos al diccionario.
Los organizadores prepararon el evento para unas 60.000 personas, pero se presentaron casi medio millón. Durante tres días y la madrugada del cuarto aquello fue todo sexo, drogas y rock and roll. Nadie se explica cómo solo fallecieron tres personas.
Y lo vamos a dejar aquí, entre otras cosas, porque tras lo de Woodstock, lo demás sólo han sidos fuegos de artificios y bolos baratos.