Rafa Vidal, 40 años de historia viva del Pontevedra que ahora será "un aficionado más"
Por Diego Espiño & Mónica Patxot
Llegó al Pontevedra Club de Fútbol por primera vez en el año 78 "con Vázquez Pereira", rememora, y tras un año fuera "volví en el 80". Ahora, casi 40 años después va a decir adiós al club de sus amores, ese del que es parte ya de su historia.
Rafa Vidal se jubilará el próximo 17 de octubre después de cuatro décadas dedicado a realizar "casi de todo" en la casa granate. Encargado de material, del campo, ha llegado a pintar las gradas e incluso "ayudar cuando empezaba la Televisión de Galicia, que le montábamos los palcos y todo. No había nada y lo teníamos que montar nosotros con maderas cada vez que venían", rememora.
Tal ha sido su dedicación que "estoy aquí las 24 horas del día, yo nada más que descanso medio día a la semana, cuando jugamos en casa", asegura. Llegó incluso a dormir en Pasarón "cuando hacían los conciertos para abrirles las puertas cuando venían a montar los escenarios".
Tantos años dan para ver pasar a mucha gente por delante de sus ojos. Presidentes, entrenadores, jugadores, personal. De todos quiere acordarse ahora, de los "Rulo, Señora Lola, Jacinto, Monchito, Julio, la Rubia, María José, Fierro, Natalia, Tomé, el Secre... no quiero olvidarme de nadie", reconoce, tampoco de "mi hermano y mi tío" que "fueron los que me inculcaron esto".
De entre ellos, un técnico le dejó positivamente marcado. "Héctor Rial para mí fue un caballero del fútbol, hasta se vino a despedir de nosotros a Pontevedra la semana antes de morir", explica Vidal.
Eran otros tiempos, unos años que añora porque "el fútbol ha cambiado bastante. Yo creo que antes era más una familia, ahora prácticamente somos casi una empresa", defiende sin quitar méritos al momento actual del club, pero es que en aquella época "tiraba mucho más el escudo, la camiseta, y vivíamos mucho más el día a día juntos", justifica.
También afecta eso al entorno, porque Rafa Vidal todavía recuerda "venir con mi padre al fútbol, pasar el puente del Burgo que era el que había y no podía pasar ni un coche de toda la gente que venía. Hoy por desgracia creo que no se vuelve a ver. La fases de ascenso a Segunda fueron muy bonitas pero como aquellas...".
"El fútbol ha cambiado bastante. Yo creo que antes era más una familia"
Cuatro décadas dan para mucho, momentos buenos y malos, ascenso y descensos, y también épocas de penurias. Como empleado del club llegó a estar 8 meses sin cobrar su nómina. "Eso fue lo más duro" reconoce, pero "fue después cuando vino Lupe que nos pagó todo". También vio por ejemplo como el cuerpo técnico encabezo por Milucho y los jugadores llegaron a hacerse cargo del club para que no desapareciera, un momento en el que todos, y él no podía ser menos, aportaron lo que estaba en sus manos. "Ellos iban a pedir dinero y como los jugadores tenían que descansar yo me quedaba aquí a rotular los letreros de las empresas que apoyaban para poner en el campo, y me quedaba a lo mejor aquí hasta la 1:00 de la mañana pintando letreros".
Son historias que se quedan grabadas en la memoria, y que ahora seguirña viviendo "como un aficionado más en la grada", un lugar en el que "voy a sufrir", asegura, aunque "yo creo que se sufre más aquí dentro, no cabe duda, porque es donde vives con ellos, con los jugadores, los viajes... Porque cuando se gana todo es alegría pero cuando se pierde que la gente se cree que no pero vienen muy fastidiados", defiende pensando en los futbolistas, con los que siempre, dice, ha tenido una gran relación.
Muchos de ellos se han acordado de él estos días, al igual que el propio Pontevedra que prepara para él una comida de homenaje que se celebrará esta sábado 13 de octubre en el Pazo da Cultura (menú de 30 euros previa inscripción). "Es de agradecer lo que se están acordando de mí", señala abrumado. No es para menos, se va parte del escudo del Pontevedra, ese que lleva ya grabado en el pecho después de tantos años de dedicación.