Un jugador del Marín B agrede al árbitro al finalizar el partido con el Atlético Estación
Por Redacción
Francisco José Gómez Cerqueiro, árbitro de categoría regional de 18 años de edad, resultó agredido este domingo en el campo de San Pedro, presuntamente por el jugador del Marín B, Víctor R. T., a la finalización del partido de Tercera Autonómica que enfrentaba al filial del club marinense con el Atlético Estación.
Según testigos presenciales del partido, Víctor R. T. había sido expulsado por el árbitro, al propinar una patada por detrás a un rival sin estar el balón en disputa entre ambos. El colegiado decidió expulsar al jugador del Marín B, llegando el partido a su final sin mayores problemas, con resultado favorable a los visitantes por 1-3.
Finalizado el encuentro y cuando ya los espectadores habían abandonado las instalaciones, aprovechando que el delegado de campo estaba realizando otras tareas, Víctor R. T. se introdujo en el vestuario del colegiado, golpeándole, según denuncia el árbitro, dos veces en la cara y ojo izquierdo.
La intervención de miembros de ambos clubs, al percatarse de lo que estaba sucediendo, evitó males mayores, encontrando al acceder al vestuario al árbitro agredido con su ojo visiblemente hinchado, muy nervioso, temblando y llorando.
Tras reclamar la presencia de la policía nacional para que identificase al supuesto agresor, Francisco José Gómez Cerqueiro fue trasladado en ambulancia al Hospital Miguel Domínguez, donde fue reconocido y dado de alta, recomendándole dos días de reposo.
Fuentes de la Delegación de Pontevedra del Colegio de Árbitros indicaron a PontevedraViva que el joven colegiado se encontraba este lunes aún con ligeros mareos, y que tiene previsto presentar la correspondiente denuncia contra el supuesto agresor, al mismo tiempo que el propio Colegio lo hará ante la Subdelegación del Gobierno, en aplicación de lo previsto al respecto en la Ley del Deporte.
Se da la circunstancia que el joven árbitro acaba de cumplir la mayoría de edad hace escasas fechas, lo que sin restar gravedad a lo acontecido, puede suponer un menor castigo para el supuesto agresor que si lo hiciese a un menor.