Tres años después, retiran el andamio de la calle Rosalía de Castro
Por Manu Otero
Residentes, comerciantes y peatones de la calle Rosalía de Castro ven al fin la luz. Tres años han pasado encerrados detrás de un andamio levantado para reformar la fachada del inmueble del número 1 de esta céntrica vía. Una obra eterna, repleta de contratiempos en forma de crisis de materiales, disolución de la empresa y sobrecostes que colmaron la paciencia de todos los afectados.
"Por fin acabaron las obras esta semana, se ve más luz", reconoce la trabajadora de una óptica, que se sorprendió esta mañana al abrir la tienda y ver a los obreros recoger el andamio de una obra que acabó sobre la bocina, porque la concesión para ocupar la vía pública concluía en el mes de noviembre.
"Solo quedaban remates", reconoce la afectada todavía molesta por la larga duración de los trabajos, que se reactivaron hace menos de un mes tras un largo tiempo de parón.
Además de las molestias típicas de este tipo de obras, los comerciantes se han visto también afectados por una caída de clientes derivada por la falta de visibilidad de rótulos y escaparates provocada por este andamio.
"Tres años tuve que aguantar y ahora que lo quitan, tengo que abandonar el local", confiesa indignada la propietaria de un comercio de arreglos textiles.
Confiesan los comerciantes que el volumen de negocio ha caído durante las obras, aunque al contar con una clientela fija y fiel han podido ir capeando el temporal. "Esperemos que ahora sí que vengan más clientes, porque sino va a ser mejor no abrir", admiten en la óptica.
Las obras en este edificio comenzaron antes de la irrupción de la pandemia de la covid-19, se prolongaron de forma imprevista por la situación derivada de la misma, luego volvieron a alargarse por el cierre de la empresa y después por la escasez de materiales. En total, más de tres años en los que todos los negocios de la calle ha tenido que sumar los efectos negativos de la emergencia sanitaria a los derivados de un andamio que aparta a los clientes de sus locales.
Fuentes oficiales del Concello de Pontevedra ya habían confirmado a principios de año a PontevedraViva que la licencia se pidiera en el 2018 y luego dos prórrogas, todas por razones de fuerza mayor y autorizadas.
La última prórroga tenía vigencia hasta noviembre del 2022 y, aunque se preveía que los trabajos terminasen antes, finalmente se han quedado a solo dos semanas de agotar el plazo.