La mujer acusada de matar a su hija en Lalín admite los hechos: "Eu estaba transtornada, tola"
Por Oskar Viéitez & Mónica Patxot
La mujer acusada de matar a su hija y quemar la casa en el municipio de Lalín (Pontevedra) ha reconocido los hechos en el arranque del juicio, mientras que su marido, acusado también por el crimen, se ha declarado inocente. "Si, fixen o que fixen", dijo la procesada.
En medio de una gran expectación mediática ha arrancado este martes en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra el juicio contra José Mouriño y Carmen Reboredo, el matrimonio acusado de matar a su hija y quemar su casa en el lugar de Outeiro, en el municipio pontevedrés de Lalín.
"Recoñece os feitos dos que se lle acusan? ", preguntó el presidente de la Sala, el magistrado Xosé Manuel Barreiro, a Carmen Reboredo "si, fixen o que fixen", contestó la acusada. Por su parte José Mouriño se declaró inocente.
Con todo lujo de detalles Carmen respondió hoy a las preguntas formuladas por la fiscala y los abogados de las defensas.
Antes de iniciar su relato Carmen explicó que tenía a su cuidado a tres personas dependientes, su madre, Erundina Lalín, de 89 años; su tío Manuel, de 56 y con síndrome de down y un antiguo trabajador de la granja, Amador Vázquez de 83 años. En general describió su estado de salud como "moi malo" aquejados de diferentes dolencias, entre otras señaló que "Manuel tiña constantes xaquecas e berraba de dor, ademais sufría úlceras nas pernas. Pero era un bendito", también padecía "fortes dores" Amador del que insistió en su agresividad. Además Carmen atendía a las labores propias de la explotación ganadera.
Aquel 29 de octubre del año 2010, según coincidieron en señalar ambos acusados, Jose Mouriño fue el primero en acostarse tras tomar unas pastillas para dormir, eran sobre las dos de la madrugada. Entonces Carmen acudió a la habitación en la que dormía su hija Sonia y con una maza la golpeó reiteradamente en la cabeza hasta matarla. "Era a miña nena, queríaa con loucura, era o mellor na miña vida", dijo entre lágrimas "eu estaba transtornada, tola. Unha persoa que está ben nunca faría iso", añadió.
A continuación Carmen, siempre fuera de sí, según insistió, metió una bombona de gas butano en la habitación de Amador y luego subió un saco con mazorcas de maiz que repartió por el suelo de toda la casa. Bajó de nuevo al sótano y vertió una garrafa de gasoil prendiéndole fuego a la casa. Acto seguido se metió en cama junto a su marido y se quedó dormida. "Unha persoa que fai o que fixen eu non está cos seus cinco sentidos. Deixa de ser persoa", insistió.
Sobre las seis y media de la mañana José Mouriño despertó con el ruido de los golpes de bastón que Amador estaba propinando en el suelo. Según explicó, en ese momento sintió un fuerte olor a humo y le gritó a su mujer que avisase a Sonia, pero Carmen solo gritaba "eu quero morrer. Voume suicidar".
A oscuras, porque no había electricidad, José acudió a la habitación de su hija y empezó a moverla para que despertase "pero non se movía. Entón sentín o sangue na miña man. Puiden distinguila pola luz dos farois da rúa que estaba morta" entonces le increpó a su mujer "Que fixeches. Isto é unha animalada". Dando a su hija por muerta José Mouriño, según dijo durante el juicio, pensó en socorrer a los ancianos por lo que fue a despertarles para que se pusieran a salvo. Según su versión, salió entonces de la casa para retirar los coches aparcados en el bajo de la vivienda y evitar que agravasen el incendio. En ese intervalo perdió de vista a su esposa.
Viendo que los mayores abandonaban la residencia por su propio pie empezó a buscar a su mujer "pensando que se aforcara na corte". La encontró en la granja contigua a la vivienda, en el sótano de la explotación ganadera donde se encontraba la fosa séptica a la que se había arrojado con la intención de suicidarse.
Según declararon Mouriño y su esposa, el hombre se lanzó al estiércol para evitar que Carmen se ahogase y permaneció a su lado durante horas, "pedindo socorro ata quedar afónico" y hasta que los sacaron los servicios de Protección Civil.
El abogado de la defensa de Carmen Reboredo trató de explicar el comportamiento de la mujer por una locura transitoria, producto de una suma de circunstancias: un bajo coeficiente intelectual "que lle sitúa nun atraso mental", el miedo a una situación económica difìcil "non facía falta que fose real senón que ela o interpretaba así", que hacía tres días que había dejado de tomar la medicación contra la depresión, y el denominado síndrome del cuidador quemado que un psiquiatra describió como el producto de una vida "sen tempo libre, nunha situación de illamento, con varios familiares dependentes ao seu cargo" y con una gran sensibilidad que hace suyo el sufrimiento de los demás.
El marido rubricó punto por punto estas manifestaciones y dijo que su relación con su esposa seguía siendo "boa", porque entendía que "non era ela" cuando se produjeron los hechos.
La Fiscalía les imputa dos asesinatos alevosos y otros tantos delitos de asesinato en grado de tentativa respecto a la madre y el hermano de Carmen Reboredo. En total, se solicitan 58 años de prisión para cada uno. Las defensas plantearon la absolución del matrimonio.
El juicio se retomará el miércoles ya que una avería en el equipo de videoconferencias impidió la comparecencia de dos peritos forenses.