Carlos Sánchez Montes es como se dice popularmente, pontevedrés por los cuatro costados. Su carrera profesional militar como oficial del Ejército de Tierra le trajo de nuevo a la capital en 1997, a la base General Morillo de Figueirido. En 2012 comenzó a cambiar su "primera vida" cuando le diagnosticaron una Hepatitis C. La medicación no era el remedio para su curación y por tanto su única solución para seguir viviendo era un trasplante. A comienzos de 2013 entró en la lista de espera de un órgano, con una espada de Damocles encima de menos de un año de tiempo.
En noviembre recibe una llamada informándole de un posible trasplante; sin embargo no resultó conmpatible el órgano. Carlos recuerda perfectamente que a las 13.02 horas del uno de enero de 2014 llega una segunda llamada que le comunica que hay otro órgano de otro donante. Así que nunca un refrán fue tan acertado: año nuevo vida nueva.
El hecho de que cuando fue trasplantado no pudiera contrastar sus sensaciones con otra persona que hubiera pasado por la circunstancia, le ha llevado a estar al tanto de cuándo hay personas trasplantadas para apoyarles y ayudarles en la nueva tesitura, señala en este Cara a cara de PontevedraViva Radio.
El deporte siempre le ha acompañado. De hecho, tomó parte en tres ocasiones de la selección española de voleibol. Ahora compite en pádel y atletismo (lanzamiento de peso, disco, bola y jabalina). Su entrenador, Santiago Ferrer Moreira, tiene que frenarlo, porque si por Carlos fuera "estaría entrenando mañana y tarde".
Durante una semana más de dos mil personas venidas de todo el mundo se darán cita en Málaga para participar en los XXI Juegos Mundiales para Trasplantados. Es una convocatoria deportiva pero es también una "fiesta de la vida" para agradecer esta segunda oportunidad vital que les han dado quienes han donado sus órganos.