Se quiera o no, se celebre o no, se regale o no. Hay fechas señaladas con celebración a lo largo del año. El 19 de marzo es una de ellas. Un día para los padres. A cuatro de ellos los hemos llamado para estas Conversas na Ferrería de PontevedraViva Radio y que nos contaran su experiencia y puntos de vista sobre esa profesión de la paternidad.
Comenzamos planteando a qué edades fueron padres los presentes y si hay una edad idónea para serlo. Rodrigo Cota, historiador; Bernardo Sartier, abogado; Rafael Quintía, antropólogo; e Valentín García, director comercial -y que se va a estrenar en breve en esto de ser padre-; se titularon en esta "profesión" entre los 22 y los 48 años.
Es Rafael quien señala la reflexión de que a partir del momento en que la maternidad/paternidad puede decidirse porque se cuenta con métodos anticonceptivos es cuando se plantea lo del "momento adecuado". Hasta entonces los hijos venían "cuando tocaba". Diferencia además entre lo que es ser padre y ser progenitor. Valentín va a serlo en breve, afirma que esta perspectiva le rejuvenece y que está que "se sale en la camiseta", con lo que dispone de energía y la paciencia que va otorgando la edad.
La educación de los hijos es algo instintivo coinciden, y aunque unos más que otros hayan echado mano de algún libro o manual; al final el ser humano lleva miles de años reproduciéndose. Rodrigo matiza en este punto que lo que hay que enseñarles es a tener criterio "y lo que a mí me preocupaba como padre era que mis hijos pensaran por sí mismos", a que aprendan de sus propios errores y a gestionar sus frustraciones. Entramos en la charla a debatir sobre derechos y deberes de los hijos y de "principios de autoridad".
Hablamos de muchos sentimientos. Dicen que el miedo se acomoda en el hombre que pasa a ser padre: miedo por las decisiones que el adulto toma y pueden repercutir en el descendiente y miedo por lo que le pueda ocurrir a este último. Ser padre te obliga a ser mejor persona -en general y salvo excepciones- porque te convierte en un referente del menor. Y sentimiento de orgullo, ante los logros de los hijos y las propias criaturas.
Y ante la proximidad de la fecha, dejamos constancia de una máxima que expone Bernardo Sartier con mucha certeza: lo poco que se dice a un padre (o una madre) te quiero. Así que puede ser un buen momento para comenzar a hacerlo con más frecuencia. Estén presentes o no. María, Rodrigo, Saínza, Martina y Antón: enhorabuena.